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El lado oscuro del caso de Diana Quer

En España desaparecen cada año entre 14.000 y 20.000 personas según los datos del Ministerio del Interior que ha recogido la Fundación QSD Global. La pregunta que algunos medios y agentes sociales que ahora se plantean es la siguiente: ¿por qué algunos casos de desaparición reciben mayor atención social, política, policial y mediática que otros?

El mismo día de la desaparición de Diana Quer, Raquel Pérez, octogenaria y enferma de Alzheimer, desapareció de un centro geriátrico de Galicia.

Cada cierto tiempo nos hemos encontrado con diversos casos estrellas en materia de desaparición que se comportan como verdaderos fenómenos telenovelescos. Caso Quer, caso Wanninkhof, caso Marta del Castillo, caso Mariluz… Los medios de comunicación han utilizado estos sucesos dramáticos para alimentar las narrativas de sus cadenas. Paco Lobatón, presidente de la Fundación Europea por las Personas Desaparecidas, en declaraciones a El Mundo explica que “se trata de un dopaje informativo que sobreexpone la demanda (la búsqueda), sin tener en cuenta a otras familias de desaparecidos y que no contribuye al objetivo fundamental: encontrar a los que han desaparecido”.

Es llamativo como los medios de comunicación pueden poner a todo el país en búsqueda de una persona desaparecida e ignorar muchas realidades paralelas. Raquel Pérez, octogenaria y enferma de Alzheimer desapareció el mismo día en Galicia. Manuel Chavero desapareció sin dejar rastro el 5 de Julio en Extremadura. Iván Durán, de 30 años, desapareció dos días después en Vigo… Son ejemplos que algunas familias de desaparecidos han denunciado para llamar la atención de la sociedad. Ese poder mediático de copar todos los telediarios, de que sepamos el nombre, el caso, la familia de una completa desconocida en solo un mes… es alarmante. Es un instrumento muy poderoso a la vez que peligroso. Las ausencias en los telediarios configuran también lo que se habla en el país y de lo que se deja de hablar. También condenan al olvido a ciertas personas, a ciertas ideas… El ciudadano se vuelve anónimo y más aún el desaparecido.

La reflexión carlista es evidente: la sociedad de los medios de comunicación, la masa influenciada tiene que tomar conciencia del anonimato de las realidades que no tienen representación en el estrado público. Sobre todo de los verdaderos problemas sociales que se gestan en los barrios, en nuestras ciudades. Ahora más que nunca, los carlistas, que también somos anónimos, recuerdan el drama de los asesinados por el aborto.

 

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