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El Gobierno de Mariano Rajoy se crece en su afán confiscatorio con el Impuesto de Sociedades

Este enero de 2017, el Gobierno de Mariano Rajoy ha sacado adelante la última reforma fiscal del Impuesto de Sociedades (IS) que grava los beneficios de las empresas. Esta última reforma del IS es un nuevo capítulo de numerosos cambios que se han realizado desde el 2008, en el comienzo de la crisis económica. Según elempresario.com, en este período se han sancionado 35 leyes diferentes que han afectado a uno de los principales impuestos del sistema tributario español.

El Registro de Economistas y Asesores Fiscales (REAF) ha aportado datos que demuestran 198 cambios fiscales desde 2008. Una media de 25 cambios anuales y de 6 cambios por nueva ley sólo en el IS. Esto demuestra la poca claridad de los políticos españoles para dar con una solución permanente al déficit. “Desde luego estos cambios parecen excesivos en cualquier impuesto, pero más todavía en uno de los más visibles para el capital productivo, tanto autóctono como foráneo”, opina el experto Luis de Amo en declaraciones al periódico de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE).

Algunos expertos hablan de una burbuja legislativa en la que ante los problemas reales de la economía española se pretende solucionar los errores a golpe de decretazo, sin tener en cuenta las tradiciones y la idiosincrasia de los diferentes sectores productivos.

Una de las medidas más polémicas que ha tomado Cristobal Montoro es subir los impuestos a las grandes empresas a un 19,2%. El ministro de Hacienda ha dicho que que “no tiene sentido” una diferencia del 10% entre grandes empresas y PYMES a la hora de pagar impuestos. Es cierto que las PYMES estaban siendo víctimas de una presión fiscal injusta en comparación con las grandes empresas. Pero ya dice el dicho popular que de “mal de muchos, consuelo de tontos”. La solución no es equiparar la presión fiscal de la gran multinacional a la que sufre la pequeña y mediana empresa. En realidad, que un 20% de los beneficios sean requisados por el Estado supone una gran pobreza económica a la hora de invertir con libertad en iniciativas sociales. Sería más interesante obligar a las empresas a redirigir parte de ese resultado contable positivo a iniciativas que sin ser de propiedad pública, puedan ser a la vez rentables y de accesibilidad universal. Esto podría estar acompañado de garantías de calidad en esas iniciativas sociales para defender al ciudadano.

Otro gran problema es el estancamiento de la economía española en el sector turístico o en la falta de investigación científica o tecnológica. Actualmente España no es competitiva con otros países como China, Rusia, Estados Unidos o Alemania. Como mucho les aventajamos en el turismo marítimo, pero hablamos de un sector que puede producir un paro estructural del 10%. Que las grandes empresas tengan que experimentar la presión fiscal de un Gobierno con afán recaudatorio no es precisamente un incentivo para afincarse o permanecer en el país en un momento en el que no estamos en una posición favorable para rechazar el capital extranjero. Además, 15500 empresas se van a ver afectadas en su propio proceso de recuperación financiera por la subida del IS. El Gobierno se preocupa más de las cuentas estatales que de los intereses de los ciudadanos. Cristobal Montoro debería recordar que la prioridad es la reactivación económica porque son las empresas y los trabajadores los que levantan el país y pueden mitigar el déficit.

Por último, la persistencia de un aparato estatal tan extenso, burocrático y costoso, sorprende. Es intolerable que empresas y ciudadanos, empleados con rebajas salariales obligatorias por la subida fiscal… tengan que hacer frente a un problema económico generado en el excesivo gasto público que genera la partitocracia actual. Desde Ahora Información no dudamos de la explotación de ciertas empresas a sus trabajadores y estamos comprometidos con lo social y la pequeña empresa. Sin embargo, tampoco queremos ignorar que es el Estado quien también, con el excesivo gasto que lo mantiene, el culpable de esta situación. No podemos echarle la culpa solo al que produce mucho dinero. 

 

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