Hispanoamérica sumergida en la violencia por la ineficacia política de dos siglos de independencia
Hispanoamerica registra 11.000 muertes violentas al mes, un dato que supera a las de Afganistán y Siria juntas. Un tercio de los homicidios que se producen cada año en el mundo suceden en Hispanoamérica, siendo los hispanos solo un 9% de la población mundial. Este es uno de los resultados del estudio “Los costos del crimen y de la violencia. Nueva evidencia y hallazgos en América Latina y el Caribe”. El informe, realizado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), también ha advertido que los países hispanoamericanos gastan 260 millones de dolares al año en seguridad, lo que supone de media un 3,5% de su PIB anual. Siria, inmersa en guerra civil desde 2011, sufre de media unas 7.500 muertes violentas mensuales. Sin duda, la extensión y la población de Hispanoamérica es mayor que la de Siria, pero teniendo en cuenta que no existe ninguna guerra abierta en América del Sur el dato es alarmante. El negocio de la droga, la inseguridad, la pobreza y la extendida corrupción son algunos de los elementos que potencian la criminalidad.
Uno de los datos más interesantes que arroja el estudio y que pone en cuestión el modelo indigenista, criollo o pro-yanqui de la región, es que el gasto público en prevención de la criminalidad que, en los países hispanoamericanos, dobla el gasto medio de los países más desarrollados del mundo. La mitad del dinero se gasta en el sector privado y la otra mitad en el sector público. El 1,5% del PIB se invierte en los salarios de policías e infraestructuras penitenciarias. La ineficacia de esos gastos presupuestarios apunta a los políticos, al establishment, a la “casta política” hispanoamericana.
Es sorprendente como el modelo administrativo, político y social de Hispanoamérica ha producido un aumento tan significativo de la criminalidad. En ningún caso los justifica, pero ésta es una realidad que explicaría los recelos raciales y xenófobos de los estadounidenses hacia “el Sur”. México, concretamente, registra una de las tasas de violencia más altas de la tierra y aloja a las organizaciones criminales más sanguinarias del planeta. Sin embargo dedica solo un 1,92% del PIB para acabar con el narcotráfico y el crimen organizado. Es posible que el muro que quiere reforzar Donald Trump tenga que ver con la inactividad de Peña Nieto que parece más preocupado en gastar en ideología de género y en promoción del matrimonio homosexual, antes que en extirpar de la vida pública la corrupción que inutiliza hasta al ejército en su enfrentamiento con los cárteles de Sinaloa, Juárez, el Golfo, etc. Actualmente, la DEA, agencia federal antidroga de EEUU, persigue al cártel de Sinaloa en 48 de los 50 estados por causa de un gobierno sin medios o sin voluntad de destruir las mafias del narcotráfico. Claro que, llegados a este punto, no faltará quien recuerde que históricamente, los EEUU han sido también responsables en gran medida de la inestabilidad política de la región gracias a las actividades de la CIA y la NSA.
En definitiva, existe un problema y no es justo acusar del mismos a los hispanos honrados que cumplen las leyes y que quieren permanecer en sus países con seguridad y trabajando por el futuro de sus familias. El problema radica en un modelo administrativo ineficaz que ha engendrado las tasas de corrupción más altas del planeta en nombre de Simón Bolívar y compañía.