Los opositores a Nicolás Maduro y su régimen chavista en Venezuela denuncian un golpe de Estado del Gobierno. A través del Tribunal Supremo del país, controlado por el chavismo, se han retirado las competencias de la Asamblea Nacional (AN) por desacato.
Julio Borges, presidente de la Asamblea Nacional ha calificado la sentencia del Supremo como “basura” y como “un golpe en Venezuela”. Henrique Capriles, líder opositor y gobernador del Estado de Miranda, también ha declarado que se trata de un golpe de estado. Algunos diputados incluso han pedido al ejército una intervención para contrarrestar este ataque a las instituciones.
La sentencia del Tribunal Supremo quiere evitar que el Parlamento controlado por la oposición obligue a Maduro a convocar elecciones generales, porque presumiblemente las perdería (aunque las manipulara). El resto de países hispanoamericanos presionan junto a los opositores para que la dictadura se enfrente a las urnas. Para zafarse de esta amenaza al régimen, Maduro y el Supremo acusan de irregularidad en la elección de algunos diputados y de que la Asamblea Nacional haya cedido ante las presiones internacionales. En realidad es sabido por ONGs y organismos internacionales que el Supremo no persigue un ideal de justicia objetivo y sólo quiere beneficiar al actual régimen. Los argumentos son excusas y apariencia de corrección jurídica sin ninguna legitimidad. Se quiere evitar a toda costa poner a examen el poder de Nicolás Maduro, maltrecho por la difícil situación económica que sufre el país.
Actualmente la AN era el único poder que quedaba en manos de la oposición antichavista. Y por ello, desde 2016 han sufrido ataques y encarcelaciones los diferentes diputados de la Asamblea. Además el Gobierno ha estado intentando facultar a otro parlamento paralelo para que asuma poco a poco el poder. Paso tras paso se ha querido soliviantar la autoridad de la AN. Y se ha conseguido.
Lo más urgente es derrocar el chavismo
La democracia liberal no funciona en Hispanoamérica. Necesita recuperar tradiciones e instituciones fuertes y justas al margen de los vaivenes del sistema bolivariano. La democracia es un sistema que solo entra en las cabezas racionalistas de los europeos y norteamericanos. Sin embargo, la mentalidad hispana requiere recuperar su propia identidad e inventar una forma de gobierno más acorde con su propia idiosincrasia. El fracaso de la democracia liberal lo demuestra la tendencia constante de los países hispanos hacia la violencia, la desigualdad, la corrupción y las tiranías políticas.
Pero también es cierto que actualmente Venezuela sufre pobreza y represión por un tipo de marxismo demasiado pernicioso. Esta es la prioridad: atajar el marxismo chavista que sólo produce hambre y violencia para los más inocentes; aunque no podamos olvidar que el chavismo se ha originado gracias a la desigualdad social ya incoada por gobiernos anteriores al de Hugo Chávez (ya fallecido).Por último, España tendría mucho que hacer en este proceso. Forzar y presionar una intervención (incluso militar) de los países hispanos y occidentales para la liberación de un pueblo que se muere de hambre cada día de pasa, es incluso una obligación. Una obligación con un pueblo hermano.