Australia silencia a los provida: una activista condenada por mostrar imágenes de bebés abortados
De nuevo el mundo occidental vuelve a hacer de las suyas para imponer su imperio proabortista. Esta vez es Australia la que ha pasado por alto los derechos más básicos de los no nacidos y de los activistas provida que les defienden. El Tribunal Supermo de Victoria (Australia) ha condenado a una voluntaria provida, Michelle Fraser, por mostrar “imágenes de niños que han sufrido el aborto” en la vía pública. Ella las mostró en 2013 delante de una clínica abortista durante una manifestación para concienciar a la sociedad australiana–sobre todo a mujeres embarazadas y a trabajadores de la clínica– de que el aborto destruye la vida humana.
Michelle Fraser: “Mi intención era hacer saber a las mujeres que sus hijos aún no nacidos no son una bola de célular. También era mi propósito que la gente supiera que los negocios abortistas mienten”.
El Tribunal Supremo de Australia ha decidido que aquellos que muestren este tipo de imágenes, podrán estar incurriendo en un delito, ya que las imágenes “pueden ser tan angustiosas como potencialmente dañinas; (…) desagradables, repulsivas, repugnantes y ofensivas teniendo en cuenta los estándares contemporáneos”. La verdad sobre el aborto ya no podrá ser mostrada con claridad –son imágenes reales– porque es hiriente para la opinión general. ¿Dónde queda la libertad más básica a expresarse? Ya no se discute que podamos o no opinar libremente sobre cualquier tema controvertido. La cuestión es si podemos o no evidenciar datos científicos sobre la salud pública mundial. En Australia ya no se puede ni siquiera eso.
La primera víctima de esta corriente anti-libertad para los provida ha sido Fraser, que fue arrestada a las puertas de un abortorio de Melbourne por mostrar dos imágenes de abortos. Una, correspondía a un bebé de 10 o 12 semanas de vida intrauterina y la otra, de 24 semanas.
No obstante, los más perjudicados por esta decisión judicial son los no nacidos, las mujeres embarazadas con pocas oportunidades y los activistas provida dispuestos a luchar por los derechos de ambos. Se ha coartado el derecho a dar y recibir información veraz sobre el aborto.
Es la hipocresía que rodea al crimen del aborto. El tabaco mata y todo el mundo lo sabe. De hecho en las cajetillas de tabaco autralianas se evidencia el daño que hacen a los bebés de mujeres embarazadas entre otros efectos con imágenes muy desagradables. Se permite fumar pero se conocen los riesgos para la salud de manera gráfica. Se obliga en justicia a las tabacaleras a mostrar el horror del tabaco. Sin embargo, al ser el aborto un homicidio voluntario aceptado socialmente, no se quiere mostrar manifiestamente los efectos sobre los cuerpos de esos seres humanos que lo sufren. No se quiere desmantelar un negocio que ha conseguido una fama feminista mundial. No se quiere perder dinero y evidenciar que la sociedad democrática australiana y occidental no es tal, porque se están eliminando los derechos naturales más básicos de la persona. No se quiere mostrar la perversión moral a la que ha llegado nuestro liberalismo mundial y democrático.