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Crónica: Quintillo 2017 (Sevilla)

23 de abril de 2017 0 Acción /

Quintillo 2017

Se ha celebrado en Sevilla el tradicional acto de Quintillo, y como no podía ser de otro modo, esta celebración tan Carlista se inicia siempre con la Santa Misa y con un hermoso sermón en el que se nos invita a seguir manteniendo vivo el ascua que un día, cuando Dios quiera, prenderá la antorcha que iluminará a nuestro alrededor para que todos puedan ver.

A continuación compartimos las palabras que D, José María Perez Beltrán quiso brindarnos. Estas fueron pronunciadas con gran entusiasmo y luego procedimos a almorzar y a departir concluyendo con cantos patrios y muy nuestros.

 

Canción: ¡¡Alto quien vive!! (inicio cantado por los allí presentes)

Si nos preguntan alto ¿quién vive? responderemos en alta voz ¡Los voluntarios del rey Don Carlos! ¡Vivan sus fueros y religión!

Si nos preguntan alto ¿quién vive? responderemos en alta voz ¡Los voluntarios del rey Don Carlos! ¡Vivan sus fueros y religión!

Nobles Carlistas del alma mía, miedo a las balas no hay que tener. 

Miedo a las balas no hay que tener, defendiendo la bandera de Dios, la Patria y el rey.

Así habló Pérez Beltrán:

Estos somos nosotros ¡¡los voluntarios del Rey don Carlos!!

Tenemos que sentir al Carlismo como algo único dentro de España. No tenemos que olvidar nunca nuestros orígenes, nuestra increíble historia y muchos menos olvidemos a nuestros héroes y mártires. No pueden vernos a nosotros, carlistas, como simples personajes de la Historia, somos una fuente de inspiración, un modelo de conducta, un modelo de católicos y españoles. Cuando cantamos en nuestro Himno “Lucharemos todos juntos, todos juntos en unión”, no es una expresión vulgar o una simple frase vacía ¡¡NO!! Es una forma de amar y entender la vida entregada a La Causa.

Quien pierde los orígenes, pierde el futuro, por eso nosotros, carlistas, somos más necesarios que nunca, teniendo la responsabilidad moral de instruir y abrir los ojos a aquellos que por cualquier motivo viven en la ignorancia. Una cosa es llevar la boina como una pose y otra es sentir lo que representa. Nuestro afán tiene que ser regenerador, ilustrativo, para quien desconoce su significado y lo que conlleva. Tenemos que hacer Carlismo real, no uno desnaturalizado. Difícil tarea tenemos por delante, pero no imposible, porque como hemos cantado somos ¡¡Los voluntarios del Rey don Carlos!! Seguimos siendo los mismos, amantes de sus principios, de sus banderas.

Los voluntarios carlistas que siguieron a sus reyes dejaron las ventajas de la vida cómoda que podían llevar y pusieron su haber y su vida en beneficio de la Causa, en beneficio de España. Hemos de tener presente que el éxito, el triunfo, nunca lo conseguirán los cobardes, sino los valientes. Por eso necesitamos ser audaces, decididos, enérgicos, esforzados, temerarios, héroes.

Es mucho más fácil morir en un acto de heroísmo que ir dejando jirones de nuestra vida en las noches largas sin sueños, en las horas de trabajo agotador por la Causa. En las tardes solitarias que con un profundo dolor en nuestra alma, con nuestro corazón lleno de sufrimiento, somos testigos de la agonía de España. En las tardes solitarias que recordamos el beso que dimos en su mejilla jurando salvarla de todos lo peligros que puedan hacerla morir y lloramos por ella. Todas esas noches sin sueño, todas las tardes solitarias de dolor son más terribles que un ataque furioso, que una muerte rápida, porque el sufrimiento de la soledad te hace morir poco a poco, morir desanimado.

Nosotros, carlistas, no debemos abandonarnos al pesimismo, no podemos morir lentamente, día a día, minuto tras minuto, porque el fuego de la sangre que corre por nuestras venas dan calor a España y así seguirá viviendo aunque la quieran hacer morir con violenta crueldad, por eso tenemos que entregarnos totalmente, como pide el amor.

Aquí hay que venir a obedecer, a luchar todos juntos en unión. La obediencia, la disciplina es la norma, y el silencio, la hazaña mayor. Así jamás sentiremos esa soledad, como el escultor saca de la piedra la figura que se oculta dentro, la disciplina saca a la luz ese guerrero que habita en nuestro interior, dotándonos de una vida pasional y espiritual. Sino aceptamos la obediencia al mando nuestra lucha será estéril. Ante las dificultades que exijan heroísmo, siempre, siempre, hemos de cumplir con nuestro deber.

Entre nosotros no hay sitio para los cobardes, Dios y España solo quieren que les amemos con el alma purificada. No es tarde para quienes conservan la capacidad de amar y sacrificarse, para quienes no han puesto su corazón en la traidora comodidad. La lucha es grande, los peligros difíciles, pero si nuestro amor es sincero y nuestra Fe fecunda nos levantaremos vencedores contra nuestra pereza y cobardía. Sin vacilación en nuestra Fe, ni tibieza ante las desgracias, somos dueños de nuestra dignidad y destino. Venciendo nuestras debilidades tenemos que recordar a todos los que hicieron de su vida un acto de continua fidelidad al Carlismo.

Tenemos que sentirnos lleno de un ideal que espolee nuestro ánimo y acelere el ritmo de nuestros pasos. Tenemos que creer en la fuerza del ideal como algo por lo que vale la pena luchar y combatir. Si en nuestra alma no se enciende la llama del heroísmo es difícil que pueda ser la cuna de la Virtud. La España escarnecida y despojada está todavía en pie, dispuesta a no dejarse matar, ni a ser devorada en vida por los gusanos. Momentos son de durísima prueba los actuales y puede que lo sean todavía más los que se avecinan. Ahora más que nunca el recuerdo y el ejemplo de los carlistas que nos precedieron en el cumplimiento del deber.

España se encuentra hoy muy alejada de su tradición católica. Cuando una nación intenta suicidarse es cuando pierde su sentir histórico y su sentido patrimonial. Dios y España van siempre unidos cuando a la Patria se le siente, se le ama y se le sirve. La Providencia nos ha dado la oportunidad de nacer, vivir, y morir, esperando el día de la Resurrección en la tierra solio y solar de nuestra familia, solar de nuestra raza, cuna de nuestra Fe religiosa. España es inmutable en su concepto moral, en su inmortalidad, tanto como el amor de nuestros corazones. España vive y permanece de un modo sobrenatural en nuestra alma.

Es urgente que nos llenemos con el espíritu de aquellos hombres que acometieron las más grandes empresas sin pensar si ran muchos o pocos, ni tan siquiera si llevarían a feliz término su cometido. El saber de nuestros antepasados, oír de sus labios el relato de sus hazañas y de sus lealtades, introducirlo en nuestros corazones para hacer de ello el catecismo de nuestro amor al Carlismo. En ellos está el recuerdo que enseña, la continuidad que va tejiendo la Tradición.

La confusión en que se desenuelve España nos obliga, por un deber inexcusable de patriotismo, a unirnos en la C.T.C. La Comunión quiere que todos elevemos nuestro espíritu para vencer a los enemigos de España. Si queremos que respeten nuestros sentimientos religiosos, la educación católica de nuestros hijos, el orden económico, la buena administración de los municipios y diputaciones y, por consecuencia el bienestar y la prosperidad no hay que tener ningún temor en confesar nuestros ideales, no hay que tener ningún temor de ingresar en la C.T.C. que tiene por objeto actuar en la vida pública para defender todas las anteriores cosas.

Tenemos que hacer grande a la Comunión, no solo por lo que representa, sino para sacar de la indiferencia a esa gran masa que de una manera suicida está recluida en sus casas, sin pensar que en la adversidad todos serán afectados por las consecuencias. Necesitamos medios económicos para mantener la organización y poder disputar el acceso a los cargos públicos. Por eso es necesario una cuota mensual y voluntaria, no importa que sea chica o grande porque no nos guía el lucro. El éxito, si logramos nuestros deseos, será para los que vengan a incorporarse a la C.T.C., el fracaso sería dejar el paso libre a nuestros enemigos.

No hay nada que temer, España resurgirá de sus propias cenizas porque nosotros, voluntarios del Rey don Carlos, así lo haremos. España quiere vivir y nuestro lema fundamental es …
¡¡VIVA CRISTO REY! ¡¡VIVA SIEMPRE ESPAÑA!! ¡¡VIVA EL REY LEGÍTIMO!!

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