El nuevo PSOE de Pedro Sánchez –hecho a medida– quiere romper distancias con Podemos y con Ciudadanos. Así lo ha corroborado en el 39 Congreso Federal, el nuevo Secretario General del partido. Las famosas “fuerzas del cambio” son el nuevo estandarte electoral que Sánchez está utilizando para “cerrar esta etapa negra de Gobierno del Partido Popular“. También ha afirmado que el Partido Popular solo “podrá regenerarse en la oposición” y ha exigido la dimisión de Mariano Rajoy. “Trabajaré para conseguir una mayoría parlamentaria”, declaró en el cierre del Congreso. A su vez, no ha dudado en este fin de semana en hacer guiños a los separatistas. Sánchez quiere “reconocer” el “respaldo social” que tiene el proceso secesionista y sitúa lo que ocurre en Cataluña como una tensión entre dos extremos “carcomidos por la corrupción”.
Por su parte, el martes 20 de junio, Oscar Puente, portavoz socialista y Alcalde de Valladolid, ha comentado que un gobierno de coalición PSOE-Podemos sería posible en opinión de los socialistas. La cuestión, para ellos, es que Pablo Iglesias está empeñado “en ser Presidente del Gobierno”. “Creo que es posible y creo que no sería malo”, declaró en el desayuno informativo organizado por Executive Forum. Hay que decir que Puente preside el Consistorio de Valladolid gracias al apoyo de Sí se puede, una de las marcas blancas de Podemos. “Lo que se ha abierto paso en Valladolid es sano”, según el portavoz.
Confirman esto también las palabras que Pedro Sánchez dirigió por primera vez desde su destitución ayer martes al Congreso de los Diputados. En ellas ha anunciado que quiere ponerse en contacto telefónico con Pablo Iglesias y Albert Rivera para concertar una reunión con ambos. “Hay que empezar a caminar”, comentó el líder socialista.
“Yo les pregunto, ¿cuánto podemos avanzar juntos? ¿Cinco, diez, veinte metros, cien metros? ¿Podemos llegar hasta La Moncloa juntos? No lo sé, pero lo importante es que hagamos ese camino juntos, que empecemos a caminar y ese camino se hace andando”
Obsesión maquiavélica por llegar al Gobierno
ANÁLISIS – Esta nueva estrategia que ha resultado del Congreso Federal para conquistar la Moncloa es peligrosa. Sánchez ha llamado a España “estado plurinacional” o “nación de naciones”, citando al fallecido Gregorio Peces Barba, histórico del PSOE y encargado de la elaboración de la Constitución en 1977. Sánchez tiene claro que no se puede pactar con la izquierda neocomunista sin hacer guiños por un lado a la plurinacionalidad; y no se puede mantener los votos históricos del PSOE sin referirse a la unidad de España y sin hablar del fantasmagórico concepto de soberanía nacional. El liberalismo político, de corte socialdemócrata europeo, busca fórmulas para salvar la realidad concreta de la patria española, una e indivisible; diversa y foral. La intención es ganar a toda costa las próximas elecciones o al menos recuperarse de la derrota frente a Podemos.
Caben algunas preguntas en este punto: ¿que se supone qué es una nación de naciones? ¿cuántas naciones integran la plurinacionalidad con una sola soberanía, que propone el Partido Socialista? ¿cuál es la razón para defender una sola soberanía nacional si precisamente se disocia la unidad de la patria en numerosos pueblos autónomos? ¿por qué no podemos hablar de varias plurinacionalidades, si empezamos en este punto?
El nuevo lenguaje de los socialistas podría considerarse, al menos, como el menos adecuado. Las Españas, los diversos modos de ser español y la idiosincrasia propia y subsidiaria de desenvolverse en la vida cotidiana: ese es el verdadero federalismo que podría proponerse y que no terminaría siendo esquizofrénico e incongruente. Se debería llamarlo también de manera diferente: foralismo en vez de federalismo. En definitiva, instituciones autónomas pero no 17 estados pequeños y federales que multiplicarían el Estado, la Ruptura y toda suerte de obstáculos hacia la Unidad lograda durante los anteriores siglos.