La homosexualidad fue retirada del catálogo de enfermedades mentales por presiones políticas. Así lo ha reconocido Nicholas Cummings, expresidente de la Asociación Americana de Psicología. Lo que debería haber sido resultado de una discusión científica, fue obra de la presión que el LGTB hizo sobre la organización. Él fue el encargado de ordenar una investigación que demostrara que la homosexualidad no era una enfermedad. Sin embargo, hoy se presenta ante diversos medios para criticar la deriva fundamentalista de tantos grupos de presión que destruyen la libertad de los que no piensan como ellos. Aunque su visión sobre la sexualidad humana es sumamente discutible –a favor del matrimonio homosexual por ejemplo–, su intuición humana acerca de la imposición LGTB ha ayudado a demostrar que la ideología de género ha sido siempre un asunto de ingeniería política.
«Respeto el derecho a no estar de acuerdo. Y eso no está permitido. Sólo se está oyendo un lado del asunto»
Hasta los contrarios a la visión cristiana de la sexualidad empiezan a despertar contra el mastodonte tiránico del lobby gay. Una buena noticia.
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Vídeo de la entrevista de Nicholas Cummings (inglés):