El caso de Mary Wagner se ha convertido en un ejemplo de la dictadura de género y de la valentía de aquellos que se oponen a ella. Wagner lleva defendiendo a tiempo completo a los no nacidos porque “los niños que ese día van a ser asesinados no tienen a nadie que vaya a luchar por ellos”.
Encarcelada en varias ocasiones por defender la vida de los más indefensos –los que sufren el aborto–, ahora mismo cumple una condena de un año y medio por acudir a una clínica abortista el 12 de diciembre de 2016, día de la Virgen de Guadalupe, para repartir rosas a las madres y convencerlas para que no acabasen con la vida de sus hijos.
“Fuiste hecha para amar y ser amada. Tu bondad es más grande que las dificultades. Las circunstancias en la vida cambian. Una nueva vida, aunque sea diminuta, promete un gozo irrepetible. ¡Hay esperanza!”
“Si pensamos simplemente en que podemos ser arrestados o no, perdemos de vista a Cristo, escondido en ‘el angustiante disfraz de los pobres’. Unos niños tan pobres que no podemos ni verles ni escucharles”.