Dimite el director de los Mossos d’Esquadra por el proceso separatista
Los Mossos no tienen porqué estar en la tesitura de elegir entre dos legalidades, entre un golpe de estado y la ley española. Trabajar, servir a los vecinos, a los catalanes, se hace mucho mejor desde la legalidad y desde la tradición regional, que es una de las españolas. Que Albert Batlle, director de los Mossos d’Esquadra, haya presentado su dimisión por motivos políticos es un nuevo paso en la tensión entre el Gobierno central y la Generalidad de Cataluña. Una tensión que perjudica a los agentes y a los trabajadores de este servicio público, que añade precariedad laboral y sustrae calidad a la importante labor que hace este cuerpo de policía. En Radio Nacional de España (RNE), Inmaculada Viudes, portavoz sindical de los Mossos, ha dicho con acierto:
“Queremos que no se olvide que nuestro cometido es garantizar seguridad de las personas, no entrar en juego político. Sí, nos hemos podido sentir instrumentalizados en cierto modo. Estamos para cumplir la ley. No queremos que se nos de a elegir entre dos legalidades”.
En realidad podríamos decir, a modo humorístico, que el pròces es cosa de la casta acomodada. No queda la esperanza de que la Generalidad está sufriendo reveses por muchos lados. Que algunos miembros del Gobierno autonómico y otros altos funcionarios hayan sido cesados, ejemplifica como este proceso separatista excluye a las personas, crea división en pos de una falsa utopía. ¿Que quieren hacer los catalanes al respecto? ¿Defender a los vecinos de a pie, o seguir creyendo las mentiras de un Gobierno y de unos partidos que destruyen el tejido social? La guerra política y la secesión no es la solución. Cataluña es próspera y debería siéndolo. La unidad con el resto de españoles no excluirá a aquellos que tienen sus propias ideas acerca de la sana autonomía (el fuero). El separatismo, en cambio, si que lo hará. ¿Habría purga en una hipotética separación por parte del nuevo poder que se establecería?