Donald Trump y la Casa Blanca defiende la libertad de los cristianos frente al homosexualismo
El poder político a veces hace las cosas bien o, al menos, lo intenta. Donald Trump se ha aliado con la libertad de los cristianos en Estados Unidos. El Departamento de Justicia ha presentado un informe en el que se expone que la ley antidiscriminación de Colorado contraviene los derechos fundamentales. Es el caso de la tarta gay.
Un pastelero se opuso, por sus creencias, a realizar una tarta específica para una boda homosexual (figuras incluidas). Fue denunciado y obligado a pagar una multa por discriminación a los homosexuales. El Departamento de Justicia considera que esto impide la libertad de expresión más básica en uno de los ámbitos más sagrados para el estadounidense: la libertad de mercado.
Evidentemente no es una medida perfecta. La retórica abstracta de los derechos fundamentales en el fondo no sirve, ya que pretende pedir objeción de conciencia en vez de reclamar la objetividad de la naturaleza. No hay que perseguir a los homosexuales, pero su opinión sexual no debería ser respaldada por la legalidad a perjuicio de las consideraciones de la sexualidad que se corresponden con el ámbito biológico. Si no, lo indisponible de la naturaleza podría ser cambiado por la voluntad ciega de las democracias. No obstante, una defensa de la libertad de los cristianos en el plano de la objeción de conciencia también es necesaria para aliviar la persecución de aquellos que son valientes defensores de la verdad.