Este miércoles va a tener lugar la ponencia de Memoria en el Parlamento Vasco. En ella va a participar Unai González, que cumplió 6 años en la cárcel, como supuesta víctima de la dispersión cuando en realidad fue condenado por pertenencia a banda armada. Su dramaes que su suegra murió en un accidente de tráfico cuando iba a visitarlo. Junto a él comparecerán los familiares de dos políticos asesinados por ETA: Rosa Lluch, hija del exministro socialista Ernest Lluch, y Josu Elespe, hijo del teniente alcalde del PSE en Lasarte, Froilán Elespe.
La AVT en boca de Marimar Blanco, hermana de Miguel Ángel Blanco, ha comentado que existe “el riesgo que supone una versión tergiversada de la historia reciente” y aseguró que no cesará “en la obligación de preservar la única narración posible de los hechos”.
ANÁLISIS – Es evidente que quieren repartir responsabilidades del terrorismo atroz de ETA; que quieren mostrar diferentes caras de lo que consideran un mismo sufrimiento. Quieren ocultar que en Vascongadas y Navarra el nacionalismo han colaborado activa o pasivamente con el terrorismo de ETA, sacando rédito político o electoral. Ahora ellos, habiendo hecho un lavado de cara con siglas nuevas o con circunstancias nuevas, quieren finiquitar y manipular una parte de la historia. Pero el pueblo hispano y vasco no olvida que fue subyugado por el PNV y la izquierda abertzale. En medio de esa violencia injustificada –Dios sabrá– habría terroristas enfermos o (imbécilmente) bienintencionados, o quizá políticos nacionalistas antiterroristas a más no poder. Pero la línea general fue colaboración.
Desde la izquierda anti-española y desde la derecha nacionalista de Cataluña y Vascongadas se ha querido manipular la Historia continuamente con la mal usada palabra “Memoria”. Lo que ellos llaman memoria es en realidad desmemoria. Desmemoria del sufrimiento y la violencia que familias padecieron por pensar diferente. No todos los que sufrieron el terrorismo eran patriotas o tradicionalistas, pero eran personas que es algo mucho más importante. Algunos de ellos eran socialistas, peperos, liberales… y, sin embargo, nadie tenía derecho a cerrar su vida a excepción de Dios. ETA y el nacionalismo vasco utilizaron el titadine y el tiro en la nuca para silenciarlos.