Washaal Masih y Bhola Ram, cristiano e hindú respectivamente, han sido arrestados bajo la acusación blasfemia por haber quemado páginas del Corán supuestamente. No tenían nada mejor que hacer en un país islámico que quemar páginas del libro sagrado cuando además pertenecen a religiones perseguidas por los propios musulmanes.
Masih y Ram eran trabajadores ecológicos en el Hospital Civil de Behawalnagar. Un periodista local denunció ante un policía que ambos acusados quemaron unos documentos entre los cuales había páginas que contenían versos del Corán. Esta última denuncia es lo más disparatado que uno puede escuchar. Imaginemos que quemas algunos documentos y casualmente hay una nota con un versículo del Corán en una esquina: en ese caso estas haciendo blasfemia contra el Corán en Pakistán.
No es que queramos cambiar las leyes de Pakistán necesariamente. Estaría bien para que los pakistaníes vivieran mejor la justicia. Sin embargo, lo que nos preocupa es que no haya alertas sobre la inmigración musulmana a los países europeos y que no se defienda el derecho de las minorías más perseguidas en Oriente Próximo. Sardar Mushtaq Gill, abogado defensor de los acusados, ha declarado que “las minorías religiosas viven en un temor constante y a menudo ocultan su fe para evitar acusaciones de blasfemia”. Algo que comparten Pakistán, la Alemania Nazi o la antigua Unión Soviética.
La asociación Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN) avisa que en Pakistán las minorías religiosas viven al límite por causa de esa Ley de Blasfemia que les expone a la violencia de los musulmanes especialmente radicales. Una vez sucedida la acusación por blasfemia, es frecuente que algunos recurran a ejecuciones extrajudiciales para restituir el honor de Allah.
¿Esta es la religión y la cultura que queremos en nuestros barrios?