Manifiesto 12-O: “Por qué Hispanidad”
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Somatemps.-El 12 de octubre de 1934, el Cardenal Isidro Gomá Tomás, dictaba una magistral conferencia en el teatro Colón de Buenos Aires. El título lo decía todo: Apología de la Hispanidad. Un catalán, príncipe de la Iglesia Universal, ante un público hispanoamericano, condensaba en su escrito las mismas claves que este 12 de octubre de 2017 queremos expresar. El día de la Virgen del Pilar y de la Hispanidad, convertido en 1987, en Fiesta Nacional de España, debe ser motivo para una profunda reflexión, a la par que una celebración.
La Ciudad Condal nuevamente se vestirá con más banderas españolas que cualquier otra ciudad de España, una prueba más de la falsificación nacionalista. Pero el 12 de octubre es algo más que una festividad nacional, pues por su propia naturaleza trasciende la naturaleza de una nación, de sus leyes constitucionales o de sus idiosincrasias particularistas y reduccionistas. Pocos países en el mundo son capaces de tener la oportunidad de una celebración semejante. Pues, como decía Ramiro de Maeztu, la Hispanidad es el fruto o imagen de un pueblos “que no ha consentido nunca en ser mero objeto pasivo de los acontecimientos, sino que ha querido ser sujeto activo de ellos, un pueblo que nunca se ha dejado `hacer´ por la historia, sino que ha `hecho´ él mismo la historia, su historia”.
Pero este hacer la historia no ha sido fruto de un voluntarismo político, ni de un deseo expansionista y comercial, o meramente por un sentimiento de superioridad. Más bien –y contra todas las leyendas negras habidas y por haber- de España brotó la Hispanidad porque fue fiel a sí misma, a su identidad y a su deseo incontenido de cumplir un destino que sintió como vocación, nunca como ambición. No podría explicarse lo que es la Hispanidad si no la contemplamos como la continuidad natural del espíritu que animó a la Reconquista. Y así lo expresaba el Cardenal Gomá en la conferencia mencionada: “¡Excelsos destinos los de España en la historia, señores! Dios quiso probarla con el hierro y el fuego de la invasión sarracena; ocho siglos fué el baluarte cuya resistencia salvó la cristiandad de Europa; y Dios premió el esfuerzo gigante dando a nuestro pueblo un alma recia, fortalecida en la lucha, fundida en el troquel de un ideal único, con el temple que da al espíritu el sobrenaturalismo cristiano profesado como ley de la vida y de la historia patria. El mismo año en que terminaba en Granada la reconquista del solar patrio, daba España el gran salto transoceánico y empalmaba la más heroica de las reconquistas con la conquista más trascendental de la historia”.
Y continúa nuestro insigne catalán sus alabanzas: “Una epopeya de tres siglos no cabe en una frase; y la obra de España en América es más que una epopeya”. Ciertamente porque: “Porque la obra de España ha sido una verdadera fusión, para que ni España pudiese ya vivir en lo futuro sin sus Américas, ni las naciones americanas pudiesen, aun queriendo, arrancar la huella profunda que la madre las dejó al besarlas, porque fue un beso de tres siglos, con el que la transfundió su propia alma”.
Hermosas palabras en boca de un catalán, y meritorias en el contexto que las relataba. Pues su llamamiento a la hermandad de pueblos bajo el seno una Madre Patria, que no en una metrópolis financiera, se producía en el momento en que España se estaba desgajando y su destino se allegaba a un terrible abismo. Esta conferencia se pronunciaba a pocos días de que el ignominioso Companys hubiera proclamado el Estat Català en su golpe de Estado contra su propia República. ¡Qué providencial paralelismo con nuestro momento histórico. Gomá quiso denunciar las causas de este desgarro político que: “se han agudizado por desaciertos políticos pasados y presentes y tal vez por la acción clandestina de fuerzas internacionales ocultas, que tratan para sus fines de balcanizar a España, rompiendo a la vez el molde político y religioso en que se vació nuestra unidad nacional”. Si odiaban España, cómo no iban a odiar a su fruto más querido: la Hispanidad.
Por eso, Cataluña, tantas veces corazón de España, se ha convertido en un laboratorio donde se ensaya y programa la destrucción de la sociedad. Destruyendo España, se destruirán más de 20 naciones que han mamado nuestro ser universal y le han dado su forma particular. Esta es la riqueza de España esta es la Gloria de la Hispanidad. Sin renegar a la unidad y la universalidad se agrandó la diversidad y la personalidad de múltiples pueblos, que se regeneraron bajo los principios políticos y espirituales que allende los mares arribaban a sus costas. La Hispanidad sólo fue posible porque la Monarquía Hispánica nunca fue unitarista ni uniformista. Sus reyes y prohombres, teólogos y filósofos, entendieron mejor que nadie la naturaleza de la persona humana y el sentido de la política. Y cuando se produjo la Emancipación, no fue por sentimiento de opresión del pueblo sencillo e indígena, sino por la soberbia de unas elites afrancesadas, masonizadas y vendidas al Imperio Británico.
Y con la emancipación lo que habían sido prósperos Virreinatos, se convirtieron en estados jacobinos dominados por una oligarquía que llegó a establecer la esclavitud que los monarcas españoles habían prohibido. La miseria arraigó ahí donde la paz social, el sentido de justicia y la armonía cristiana se había establecido. Pero ni el veneno de ilustrados y masones contra la Madre Patria, pudieron romper tres siglos, como decía Gomá, de profunda fusión de amor. ¿Por qué celebramos la Hispanidad? Podrá preguntarse alguno. La celebramos y la consagramos como referente vital, cultural y político, porque posiblemente quede más de España en América que en la propia España. Si fueron españoles los que llevaron la fe y la civilización a aquellas lejanas tierras, quizá sea hora de que esos pueblos nos insuflen el espíritu y la espiritualidad que España necesita para renacer de las cenizas a la que nos han reducido los eternos afrancesados y extranjerizantes. De esos esclavizadores de Patrias que hoy reconocemos en los mundialistas y nacionalistas; parecerán categorías políticas contrarias, pero son parte de lo mismo.
Acabamos con un deseo y una esperanza que recogió el cardenal Gomá en su Apología de la Hispanidad: “España resurgirá. Resurgirá porque las fuerzas latentes de su espíritu, los valores que cien generaciones cristianas han depositado en el fondo del alma nacional, vencerán la resistencia de esta costra de escorias que la oprimen, y saldrá otra vez a la superficie de la vida social el oro puro de nuestra alma añeja, la del catolicismo a machamartillo, la del sentido de jerarquía, más arraigado en España que en ninguna otra nación del mundo, la de los nobles ideales, la que ha cristalizado en obras e instituciones que nos pusieron a la cabeza de Europa”. Por eso y no por otra cosa, celebramos la Hispanidad, porque no es un nostálgico recuerdo, sino un indestructible deseo de pervivencia en la historia.
¡VISCA LA CATALUNYA HISPANA! ¡VISCA SEMPRE ESPANYA!