Finalmente Sebastian Piñera ha ganado la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de Chile y será investido como mandatario de la república hispana. Ya había ocupado ese puesto entre 2010 y 2014. Ha vencido a Alejandro Guillier, senador y líder del llamado “centro izquierda” del país. Piñera ha atesorado más del 50% de los votos frente al 45% de los del candidato izquierdista.

Las incógnitas sin embargo comienzan ahora, cuando el apelativo de conservador tiene que hacerse valer frente a las leyes inmorales aprobadas por Bachelet. En esta legislatura se sabrá si Piñera es conservador de las medidas anti-familia, anti-cristianas y anti-infancia de la izquierda radical o si es conservador del patrimonio de la tradición hispana, chilena y de la ley natural. Es un líder que ha sido ambiguo en sus declaraciones. Una de ellas sobre el aborto es la siguiente:

“Efectivamente vamos a introducir cambios a la ley, hacer un esfuerzo muy grande para que el Estado, la sociedad civil, acompañe, apoye y ayude, a todas las madres que están experimentando embarazos vulnerables, para lograr en la medida de lo posible que éstos terminen dando una nueva vida”

No es que sea correcto el discurso, sino que ya conocemos la estrategia de los políticos conservadores, que por un lado resaltan su compromiso con la familia y por otro no consideran la eliminación del aborto necesaria para mejorar la situación de las madres en riesgo de exclusión social. En algunos meses sabremos de que catadura está hecho el nuevo Jefe del Estado de Chile.

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