Obituario: Joan corbera, in memoriam
El pasado 8 de marzo falleció el Barcelona el polifacético periodista Joan Corbera. Lo que no muchos conocen es que Joan hizo sus primeros escarceos periodísticos escribiendo críticas de cine para nuestra ya veterana revista Ahora información. Publicamos a continuación un sentido obituario escrito por su amigo Adolfo Alústiza. Rogamos una oración por su alma.
Joan corbera, in memoriam
Por Adolfo Alústiza
Han sido muchos los medios que se han hecho eco del fallecimiento del periodista Joan Corbera en su Barcelona natal. En la mayoría se ponía de relieve su indudable capacidad de esfuerzo dedicación, tesón y compromiso con cada proyecto. Le gustaba llegar al final de cada asunto profesional y poner todo el empeño posible en hacer bien las cosas e incluso mejor que bien. A sus 45 años pasó por muchos medios de comunicación y actividades relacionadas con la comunicación. Desde sus inicios en onda cero y Ahora información a ya de modo más profesional en Expansión, Europa Press, cámara de comercio de Barcelona, Dircom del Liceo y colaboraciones en ABC y COPE. Fue profesor en Abat Oliva CEU , Ramon Llull , UIC y en un máster de la UB. Licenciado en derecho en la Universidad de Navarra y en periodismo en la Pompeu Fabra y master en Columbia en comunicación.
Hasta aquí su CV profesional, intencionadamente insuficiente para quienes queremos recordar al amigo. Sobre todo su paso por Pamplona.
El otro, el amigo, era un personaje que no dejaba indiferente a nadie. Profundamente catalán, furibundo Barcelonés e ininteligiblemente (al menos para algunos) acérrimo barcelonista. Y por todo ello sensatamente español. Más español cuanto más difícil pudiera parecer serlo en tiempos críticos y a contra corriente. Porque no era amigo de lo fácil ni de las mayorías de moda.
Católico. Devoto de la moreneta, y también en distintas épocas del fundador de la Universidad de Navarra. Inconformista y también dubitativo. Con mareas, altas y bajas, marejadas y mar en calma aunque siempre navegando con más o menos nudos. Pero lo importante, supo llegar a buen puerto.
En Barcelona vivió la mayor parte de su vida además de un breve periodo laboral en Madrid. Pero su particular Hobbiton fue la comarca de Pamplona. Seis intensos años que compartimos peligrosamente para disfrute de un servidor. Fue como su época a lo Bilbo Bolsón antes de partir a las luchas profesionales en un largo y fecundo viaje. Su recuerdo dorado lo reservó para aquella época de diversión, compromiso y voraz intercambio de ideas para cambiar el mundo. Y a su Hobbiton particular vino el verano de 2015 a pasar una particular semana fantástica donde el único propósito fue pasarlo bien y saludar a sus amigos en su segunda patria chica.
En aquella intensa etapa fue socio del Círculo Carlista de la calle Eslava de Pamplona. Que ya de por si para un llegado de Barcelona -sin previos en estos menesteres- era saber ir al fondo de una ciudad no especialmente fácil para los forasteros. Y por amistad o afinidad se implicó en todas las protestas y batallas de esos primeros años noventa: pintadas, carteles, conferencias, acción, reflexión y debate. Colaboró en la revista carlista Ahora Información y se inició ahí en el periodismo escrito con críticas de cine. Supongo que el carlismo en el que un servidor militaba le pareció lo suficientemente contracultural y alternativo como para alguien tan original como él.
Se coló por la puerta grande en las tertulias de cine en Onda Cero Navarra que dirigía Idoia Altadill, lo que no está nada mal para un estudiante de tercero de derecho. Por las mañanas a clase, cafés-tertulias en el Cafetal de la calle Esquiroz donde los cuatro asiduos peleábamos por los periódicos que había en aquel sitio ante la mirada estupefacta del camarero. De hecho íbamos allí porque tenían cuatro o cinco “rotativos”. Y muchas tardes se iba solo al cine para poder afinar en las tertulias de Onda Cero.
Todo se lo tomaba en serio, y también divertirse. Acabó siendo socio de la recién nacida peña Mutilzarra. Pero no un socio cualquiera, sino un pilar de esos primeros años. Era así, todo o nada. Ofreció su piso como sede de la peña, y fue miembro de su junta, primero como vocal, luego como tesorero, con un celo y eficacia que ni la hacienda de Montoro. Y como no, estaba en todos los actos, eventos, comidas, fiestas y salidas por Navarra. Se convirtió en un fijo inseparable. Llevar los palos de la pancarta, cobrar las entradas a las fiestas, ganar un concurso de sorber flanes, enviar sobres a los socios, limpiar el local, quedarse el último. Dió cumplimiento con un objetivo fundacional de la peña como era “conocer las bellezas naturales de Navarra “. Siempre fue su peña. En 2015 insistía en que se le girasen las cuotas de “residente fuera de Navarra”.
Socarrón y provocador, pero fiel, profundo y sincero en la amistad. En todo se implicó profundamente, con todos compartió tiempo y sabiduría. Y muchos tuvimos la suerte de discutir apasionadamente de lo humano y lo divino, de arreglar el mundo como solo puede hacerse en esos años. Intenso como son las cosas que valen la pena y como deben vivirse los días.
Y luego llegó su hora de iniciar su viaje y continuar su vida. Sus éxitos profesionales en el mundo del periodismo (que era su vocación ) y personales con su mujer Cristina y otras muchas personas que le trataron y quisieron.
Quienes fuimos compañeros de comarca, le recordaremos siempre con aquella sonrisa en la boca. No era una sonrisa de oreja a oreja, sino de esas que apenas se esbozan, de las perennes, de las que tienen las personas buenas. Dios se lo ha querido llevar de los primeros para que descanse y disfrute desde arriba. Mientras, nos verá , y echará un capote a su madre, a Cristina y a quienes se lo pidan. Si fue capaz de ayudar en esta vida , cómo no lo hará en Aquella.
Que descanse en paz.