Sabemos que el abandono del medio rural supone un grave problema en España, y no faltan voces que alertan de ello. Pero, si nos paramos a observar lo que el sistema propone, no suele pasar de pedir o proponer subvenciones sin finalidad concreta o fijar como prioridades asuntos como la cobertura de redes de comunicación en todos los rincones. Pero a la hora de la verdad, muy pocas medidas reales se verdadero impacto en el medio rural salen de despachos ocupados por oligarcas de la partitocracia cuyas suelas de caros zapatos no pisan más que moqueta y no conocen lo que es un terrón más que por los documentales.
Un ejemplo de este desamparo puede verse en las movilizaciones de cazadores que hemos vivido en las últimas semanas. Sobre ellas, les dejamos el vídeo elaborado por la Fundación Artemisan presentando un informe de impacto económico de la caza encargado a la consultora Deloitte.
Pero más allá de los fríos datos económicos late un problema mayor sobre el propio modo de vida de la gente en el entorno rural. En el empeño totalitario de la partitocracia por regularlo, legislarlo y prohibirlo todo, nos encontramos ejemplos realmente lamentables, como el testimonio de un ganadero castellano que circula de móvil en móvil y en el que relata cómo los políticos llegan al absurdo de prohibir pastar al ganado en los campos en barbecho. No se lo pierdan.
Ciertamente España tiene un grave problema en el abandono de sus campos y de sus pueblos. Del que el impacto económico, siendo fundamental, no es lo único que debe preocuparnos. Es un problema que conlleva, además, el arrasamiento de todo un modo de vida.