Los tentáculos políticos y culturales del nacionalismo panvasquista y pancatalanista, regados generosamente durante décadas con dinero público, tolerados y consentidos por la partitocracia constitucionalista, están actuando cada vez de forma más descarada. Para estas tres regiones españolas, la difusión de las manipulaciones de todo tipo al servicio de la ideología política nacionalista supone un auténtico genocidio cultural.
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