Transcripción íntegra de Somatemps.- El papa Francisco firmó los decretos de reconocimiento del martirio con los que se beatificará a ocho seminaristas y un sacerdote del Seminario de Oviedo fusilados en 1934, así como al médico catalán carlista Mariano Mullerat Soldevila, asesinado en 1936 durante la Guerra Civil española (Fuente: InfoCatólica).
Los nueve seminaristas asturianos son: Ángel Cuartas Cristóbal; Gonzalo Zurro Fanjul; José María Fernández Martínez; Sixto Alonso Hevia; Manuel Olay Colunga; Luis Prado García; Juan José Castañón Fernández; Jesús Prieto López y Mariano Suárez Fernández
En su juventud militó en el carlismo y durante su etapa de estudiante presidió la Sección de Medicina de la Agrupación Escolar Tradicionalista de Barcelona, así como de la Federación de Jóvenes Cristianos de Cataluña. Fue fundador del periódico L’Escut, quincenal localescrito íntegramente en catalán entre 1923 y 1926, que se presentaba como «defensor de toda sana ideología»; era una publicación donde aparecían noticias y anécdotas locales y comarcales; otras de interés regional y nacional; historia de Arbeca, defensa de hablar decente, enseñanza, agricultura, religión, moral, fiestas y tradiciones, deportes… Se trataba de una publicación muy heterogénea que incluía poemas y escritos de diversos autores catalanes (Joan Amades, Josep Carner, Àngel Guimerà, Joan Maragall, Jacinto Verdaguer, etc.).
Médico y alcalde de Arbeca, fue asesinado por odio a la fe durante la guerra civil española. Se inició su proceso de beatificación en 2003. Germinans germinabit publicó un artículo con el testimonio sobre su martirio:
Fue detenido en su mismo pueblo. El 13 de agosto del 36, junto con otros cinco arbequinenses, el comité rojo los hizo subir a un camión camino del martirio. Inesperadamente una madre de familia con grandes gritos y lloros se acercó al camión y pidió a los del comité que diese libertad al doctor Mullerat para visitar a un hijo suyo que estaba gravemente enfermo. El comité creyó que era una estratagema y la sacó con malas maneras de allí. Entonces el doctor Mullerat, que conocía aquella familia, con una gran serenidad, desde el camión, se dirigió a aquella madre angustiada y le dijo: «No llores. Tu hijo no morirá». Se sacó una libreta y escribió una receta. «Dale este medicamento a tu hijo –dijo el médico- y reza, que Dios te ayudará».
Pasadas una horas, mientras el doctor Mullerat y sus paisanos de Arbeca eran asesinados y sus restos quemados, en un hogar humilde, un jovencito recobraba la salud y era testigo de que Dios bendice a los pueblos mediante los mártires de la Fe.