Polonia y Hungría siguen siendo el único freno que hay en la Unión Europea frente a la imposición de la ideología de género que se está llevando a cabo desde las instituciones y organismos internacionales. Y pese al acoso y críticas del resto de socios europeos ambos países no están dispuestos a dar un paso atrás a la hora de defender la cultura cristiana en la que están forjadas sus naciones y también el continente europeo.