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Diario de la desescalada. Viernes, 5 de junio

Viernes, 5 de junio de 2020

San Bonifacio, San Doroteo, San Franco, San Sancho.

10º día -y último- de luto oficial



Malas noticias

Hoy termina el período de luto oficial decretado por el gobierno. Salvo el gesto de izar las banderas oficiales a media asta, o los deprimentes minutos de silencio, no se conocen ni se han animado otras medidas por parte del gobierno. Los ateos son así. No saben diferenciar los períodos de luto porque realmente toda su vida es un funeral, un drama superficial y sin sentido. Por otra parte sigue el escándalo en torno al número oficial de fallecidos a quienes se pretende recordar. A las evidencias que presentaban distintos sectores se suma ahora el Instituto Nacional de Estadística cuyos datos arrojan la cifra de 44.000 fallecidos “de más” en España en el período álgido de la epidemia. Un ridículo tremendo para unos políticos cuya máxima seguridad, cuya muleta, a falta de fe, eran las estadísticas y los datos mediante los cuales trataban de convencernos de que estaban controlando la situación. Hoy, a las 12, no se sumen al minuto masónico. Recen el Angelus y un responso por los difuntos. 


El gobierno pretende seguir avanzando en su nueva ley de educación. Conocida como “ley Celaa” por el apellido de la ministra, este proyecto es una nueva vuelta de tuerca en la imposición de un modelo educativo estatalista, ateo e ideologizado. ​Es muy llamativo que un sistema que dice ​defender la democracia, el diálogo y el debate pretenda la aprobación de una ley general de educación cuando toda la comunidad educativa no puede asistir a los centros, ni mantener reuniones, ni debatir en condiciones. Además, pisotea la libertad de los padres y el principio de subsidiaridad según el cual los colegios gubernamentales deberían existir sólo allí donde la misma sociedad no fuera capaz de crearlos. Pero lo peor del proyecto de ley es que pretende ser un portaaviones para facilitar la difusión en la conciencia de los niños de la ideología de género y de todas las ideologías ateas de moda. Esperamos que la reacción vaya creciendo.


Iconos de Facebook y Twitter | Gizmodo

¿Qué son realmente Facebook, Twitter y todas las compañías de las redes sociales? ¿Son herramientas para facilitar la comunicación libre entre las personas, o son empresas editoras, legitimadas para censurar lo que se salga de su ideario? A nadie se le pasa por la cabeza que la Telefónica pudiera tener el poder de intervenir en una conversación solo por no ser del agrado de sus directivos. Pues eso es lo que está sucediendo en los nuevos monstruos tecnológicos. La batalla de la libertad se está librando hoy en día en internet, donde los reductos contrarios al pensamiento único y a la hegemonía cultural progre se ven cada vez más recluidos en burbujas de las que no se les deja salir fácilmente. Las trampas de los poderosos, que crean de forma artificial perfiles falsos, y que pretenden con ellos manipular la opinión de la mayoría; la preocupación de los mundialistas por las llamadas “noticias falsas”, concepto que mete en el mismo saco las mentiras y las simples críticas al gobierno; la implantación de herramientas y aplicaciones para facilitar la geolocalización automática de la gente; las limitaciones crecientes en la difusión… todo ello está enrareciendo el ambiente y empequeñeciendo el espíritu crítico. Por ello, en este momento la batalla legal de Donald Trump contra Twitter no es un enfrentamiento personal. Esconde una realidad preocupante y ​supone ​una lucha muy necesaria.


La justicia lenta no es justicia. Lo venimos avisando desde hace tiempo. Conforme se descongela la situación y aumenta la actividad en los juzgados se acerca un colapso judicial sin precedentes. Siempre se ha dicho que para que la justicia fuera justa tenía que ser rápida y ahora va a ser más lenta que nunca debido a la acumulación de casos y a las mismas dificultades físicas de las normas postpandemia para las que no están preparadas las sedes judiciales. Una de las secuelas que nos va a dejar el exagerado período del Estado de Alarma es la muerte por asfixia de la misma Justicia. En las próximas semanas se acumularán en los tribunales miles de procesos relativos a las multas por romper el confinamiento; procesos de divorcio y denuncias acogidas a las leyes de violencia de género; otros relacionados con el paro, los ERTE, los cierres empresariales y la conflictividad laboral… Es de temer que las denuncias contra la corrupción o la mala gestión del gobierno que están lloviendo sobre el Tribunal Supremo caigan en el peor momento. En este momento se han presentado nada menos que 41 querellas penales además de 32 recursos contenciosos contra el Gobierno.



Buenas noticias

Hay muchas buenas noticias, aunque no están en los grandes titulares. Por ello animamos a nuestros lectores a encontrarlas en los ámbitos más cercanos. Allí donde, a pesar del distanciamiento decretado, se construyen las relaciones de amistad, de vecindad o de familia. A veces la buena noticia es el freno que la realidad impone a las ideologías malvadas que es lo que sucede por ejemplo en Argentina, donde el presidente Alberto Fernández va a posponer cualquier medida abortista acuciado por otros problemas más urgentes. También son buena noticia en el ámbito internacional, los gestos de apoyo a la libertad de los creyentes protagonizados por el presidente Trump. En el ámbito eclesial y a pesar de todas las restricciones no deja de ser una buena noticia el progreso que muchas parroquias han observado en la implicacion de sus fieles, en los equipos de Cáritas, en las mejoras técnicas y audiovisuales aplicadas durante el confinamiento. De Sevilla nos llega noticia de la celebración de los votos perpetuos de un grupo de 13 jóvenes religiosas de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados. Por último, y también en la provincia de Sevilla ya se anuncian actos de reparación y desagravio ante el salvaje ataque sufrido por la estatua del Sagrado Corazón de La Roda. De grandes males suelen venir grandes remedios.




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