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Crisis en las redes sociales. A las grandes empresas no les interesa tanta crispación

(Ahorainformacion.es) – Varias grandes empresas han anunciado la retirada de su publicidad de facebook y otras redes sociales por el nivel de crispación que se está viviendo últimamente. Las herramientas de internet que se presentaron en su día como instrumentos amables, sociales y para hacer amigos ven como se enrarece cada vez más su ambiente. Por una parte la línea ideológica progre de sus directivos -sacerdotes de la nueva religión globalista- se dedica a señalar como correctos o incorrectos los contenidos de usuarios y corporaciones. La avalancha de las banderitas aberrosexualistas incrustadas -por convencimiento o por papanatismo- en los logos de las principales empresas del mundo es un ejemplo de a dónde puede llevarnos la dictadura del pensamiento único.

Pero además el nivel de insultos que se alcanza en las zonas de frontera entre las distintas burbujas ideológicas es alarmante. En ocasiones se trata de debates subidos de tono que entran dentro del lógico contraste entre opiniones diversas. Pero cada vez más se trata de enfrentamientos y auténticas oleadas de odio alentadas por campañas planificadas y dirigidas con oscuros intereses.

Es lógico el miedo de las marcas a la imposición de lo políticamente correcto pues ya no se sabe cuál va a ser la próxima ocurrencia o imposición. Los conguitos son atacados por racistas, las marcas de cacao o cualquiera que incluya la palabra “negro” en su publicidad está revisando sus estrategias de propaganda. La conocida marca de cosmética L’oreal se autocensura y quita las connotaciones de que lo blanco, claro o rubio sea mejor. Una empresa que quisiera contar ahora con Plácido Domingo como cara visible de sus marcas estaría cavando su propia tumba. El absurdo del lenguaje inclusivo está siendo llevado al extremo… cualquier cosa puede ser ofensiva, un simple tuit puede llevar a su autor a ser un apestado social: por homofobico, lgtbfóbico, transfóbico… Las ideologías de moda demuestran tener la piel muy fina para aquello que han marcado como intolerable. ¿Pero qué pasa con la niñofobia, la familifobia o la cristofobia?

Internet ofrece a todo el mundo -también a los disidentes de las ideologías de moda- confortables burbujas en las que compartir contenidos sin apenas tener contacto con opiniones diferentes.  Esa es una de las trampas que se ofrecen para tratar de mantener cierta paz social. Si el usuario se limita a visitar e interactuar dentro de cada burbuja puede que no se entere de la mencionada crispación. Sin embargo, en las zonas fronterizas entre los grupos, y en algunas herramientas algo más abiertas como Twitter, son muy frecuentes los insultos, las burlas, las trampas, las manipulaciones estadísticas con sistemas automatizados (bots), y hasta las amenazas que, en ocasiones acaban en los tribunales.

Curiosamente, esta proliferación de zonas conflictivas es lo que podría servir de excusa para limitar aún más los espacios de libertad que aún quedan, para aumentar el nivel de censura, para cerrar cuentas sin dar explicaciones, etc.

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