Este domingo, 12 de julio, los polacos fueron citados a las urnas para participar en la segunda vuelta de los comicios presidenciales celebrados dos semanas antes, dado que ningún candidato alcanzó la mitad de los votos escrutados en la misma.
A esta segunda ronda pasaron Andrzej Duda, socio de Vox, habitualmente clasificado como conservador y nacionalista (que había mejorado sus resultados con respecto al año 2015) y el liberal centro-izquierdista Rafal Trzaskowski, socio del PP, (alcalde de Varsovia y “candidato de última hora” tras la marcha atrás de Malgorzata Kidawa-Blonska).
Las casas de apuestas y los estudios demoscópicos vaticinaban una jornada incierta, con un estrecho margen de diferencia. Y más o menos ha sido así. De acuerdo con la Comisión Electoral Nacional, con casi el cien por cien de voto escrutado, Andrzej Duda puede proclamarse como el ganador de estos comicios, con un 51’12%, es decir, unos 2’24 puntos de ventaja sobre su rival Trzaskowski.
Esta victoria puede interpretarse como un alivio, dado que los eurosoviéticos de Bruselas, Soros y todo el entramado del Nuevo Orden Mundial (NOM) tenían depositadas sus esperanzas en el alcalde de la capital polaca para empezar a subvertir la esencia católica y tradicional de la patria de San Juan Pablo II.
Hay que tener en cuenta que Trzaskowski ha sido uno de los máximos promotores de la ideología de género en Polonia, lo cual desencadenó, el año pasado, una fuerte reacción de muchas familias en las calles de Varsovia. Y con movilizaciones extendidas al resto del país (de hecho, la marcha provida de 2019 combinó su mensaje central con la denuncia de las ideologías anti-familia y aberrosexualistas).
Recientemente, el Instituto Ordo Iuris anunció los resultados de una auditoría según la cual, Trzaskowski, habría dilapidado fondos gubernamentales en promoción del aberrosexualismo, en anticonceptivos en fiestas o en peligrosos talleres sobre drogas.
Ahora bien, si el margen de diferencia de votos entre ambos candidatos no ha sido mayor ha podido ser por cierto voto de castigo al partido de Duda. De hecho, en otros comicios recientes buena parte del voto perdido por este fue recabado por la coalición denominada Confederación, que es una amalgama de tradicionalistas, nacionalistas y paleolibertarios.
Existe una considerable decepción de la mayoría pro-vida y pro-familia de Polonia hacia el partido de Duda, el gobernante Partido Ley y Justicia, por determinados titubeos como el mantenimiento de Polonia en la Convención de Estambul (contra lo que hay una coalición de institutos, asociaciones y centros jurídicos europeos), por su funcionamiento en ocasiones prepotente hacia los movimientos sociales de la derecha sociológica polaca, o por lo que algunos consideran un excesivo intervencionismo político y económico.
Tak wyglądają te “przejęte województwa”…
***** *** pomogłoby gdyby sama Warszawa wybierała Prezydenta. pic.twitter.com/tZRIOP1T4F— Polska Liderem ?? (@PolskaLiderem) July 13, 2020
Por lo tanto, si bien cabe felicitarse de la derrota sufrida por el mundialismo en Polonia, conviene seguir con atención la evolución ideológica del partido del presidente que acaba de ser reelegido.