El problema de la desindustrialización
(Ahorainformacion.es) – Afirman algunos teóricos y economistas que los procesos de desindustrialización no tienen por qué ser necesariamente negativos. Dicen, –en un sospechoso tono optimista y conformista-, que el cierre de fábricas y centros de producción industrial suele dar paso a la prosperidad de la llamada “nueva economía”, en la que hay una mayor flexibilidad laboral (o sea, paro y precariedad); una menor contaminación (o sea, traslado de la contaminación al tercer mundo) y un aumento del sector servicios (o sea, de los vendedores de humo). El hecho es que España, en las últimas décadas, ha perdido músculo industrial de forma alarmante. En 1970, la industria suponía el 32,9% del Producto Interior Bruto (PIB). En el año 2000 esa cifra había bajado al 17,8%. Ahora la industria está en el 11,5% del PIB. Fuera de los teóricos más complacientes con el sistema existe desde hace años un consenso en toda Europa que reclama para el sector industrial un peso de al menos el 20%. Es una aspiración lógica si se tiene en cuenta que la industria aporta innovación, productividad, salarios más altos y mayor estabilidad en los contratos.
Los casos actuales de cierres empresariales en Alcoa, Siemens-Gamesa y otros tienen como elemento común la famosa “deslocalización” de la producción hacia terceros países. Pero no porque allá sean mejores o más productivos sino porque en países extracomunitarios tienen salarios más bajos, normas menos rígidas con el medio ambiente y muchas menos trabas administrativas y regulaciones.
La situación es alarmante para todos menos para Pedro Sánchez y su equipo. ¿Qué podemos esperar de un gobierno en el que es más conocida la ministra de igualdad, que ayer se dedicaba a celebrar el “Día de la visibilidad del género no binario” que la ministra de Industria? Por cierto, ¿Sabían ustedes que tenemos una Ministra de Industria? Se llama Reyes Maroto y es ministra de Industria, y de Comercio y de Turismo.