Pacto de piratas en Gibraltar
(Por Porfirio Gorriti) –
La historia de Gibraltar es una historia de oportunidades perdidas (Manuel Leguineche). La eterna historia de nuestra gran España está desgarrada por derrotas malditas que asesinaron nuestro pasado y gangrenan nuestro presente. Una de esas escasas pero decisivas ocasiones históricas es el Tratado de Utrecht de 1714.
La ineficacia militar de la decadente España borbónica del siglo XVIII y las sucesivas guerras intestinas del siglo XIX, no hicieron posible recuperar La Roca por la única vía posible que era la de las armas. Llegado el siglo XX, un conflicto bélico con Inglaterra por Gibraltar era ya una entelequia. El Peñón sobrevivió impoluto a la Segunda Guerra Mundial y, tras esta, entró con el mundo entero a la modernidad. La hispanoparlante y pobre “local people”, secularmente despreciada por los militares británicos, se transformó en un conglomerado multirracial de nuevos ricos.
La recuperación de la antiguamente llamada “llave de España” fue un sueño irrealizable para el General Franco, quien en la última fase de su vida y régimen aplicó la beligerante medida del aislamiento por tierra. Posteriormente, la partitocracia española perdió otra batalla más al abrir la verja en 1985 sin obtener nada a cambio y el desarrollo de la Unión Europea favoreció enormemente al régimen del Peñón. Perdido prácticamente su peso estratégico militar pero multiplicado su rol de puerto comercial, el Gibraltar de hoy sostiene una ingente actividad económica, parásita de España y tan negra como su bandera.
Más de tres siglos después de la invasión, saqueo y violación de la española y católica ciudad de Gibraltar por una horda angloholandesa, la enseña pirata británica posee ya raíces insondables. Para las generaciones vivas de gibraltareños, España ha sido un vecino incómodo y amenazante debido a la suma torpeza estratégica con la que sus sucesivos gobiernos han trazado las relaciones bilaterales. No hay más opción que conocer y admitir que los habitantes del Peñón repudian la hipotética soberanía española, no solo por temor a perder su estatus financiero, sino por un temor primario a lo desconocido. ¿Tienen los «Llanitos» de hoy vinculación reconocible con la Hispanidad? Puede, sin embargo, responderse afirmativamente, pues su español dialectal y el catolicismo siguen siendo mayoritarios en La Roca. En nuestro presente, el brusco levante del Brexit ha ensombrecido la facies del gib establishment. No hay viento favorable que dure eternamente y la metrópoli londinense ya les ha demostrado que son los últimos de la fila británica en los acuerdos con la UE. El destino ha marcado que este nuevo punto de inflexión de la historia erupcione con un gobierno español neocomunista y carente de todo tipo de orden moral ni escrúpulo. Un Pedro Sánchez que navega bajo la tibia y la calavera del progresismo, ha arrojado por la borda todo tipo de valor trascendente como la patria o el honor.
Las negociaciones hispano-británicas no están concluidas ni se conoce con claridad el resultado de las mismas, salvo que el patán de Sánchez quiere emular ridículamente el derribo del muro de Berlín. Aparentemente, España afronta otra vergonzosa derrota diplomática, pues no consideramos posible que el Reino Unido acepte una autoridad aeroportuaria española en un territorio bajo su soberanía. Sin embargo, un futuro siempre inescrutable y sujeto a múltiples factores por sobrevenir, entre ellos las puñaladas piratas por la espalda, puede deparar sorpresas.
En época del Gibraltar español, era recia costumbre marina que los barcos que transitaban el Estrecho saludaran con sus velas o cañones a la Virgen de Nuestra Señora de Europa, sita en la ermita de Punta Europa.
Sea la voluntad de Dios que, en tiempo venidero, caballeros españoles devuelvan aquel mar a Nuestra Señora.
Un comentario en “Pacto de piratas en Gibraltar”
Miguel Angel
Gibraltar va aumentando en extensión. Cualquiera que visite Algeciras puede ver los diques “gibraltareños” que crecen y, cualquiera de estos días, van a llegar al mismo puerto de Algeciras. Por otra parte está la cuestión del ismo, una zona anexionada sin necesidad de tratado alguno. Simplemente por el concepto de “es mía porque así me apetece”. El primer problema de Gibraltar es redimensionarlo. A partir de ahí se puede hablar de muchas cosas. Este extraño tipo de negociación en el que uno “otorga” a cambio de nada no deja de ser sorprendente y humillante. Por lo demás no veo que el aeropuerto tenga ya el menor interés para España. Una zona de vital importancia ecológica como el Estrecho no es muy apta para buques que cargan petróleo en Gibraltar y lo revenden en las aguas internacionales o nacionales españolas. ¿Por´qué y para qué ceder tanto?