Vacunación: ¿por qué no?
(AhoraInformacion.es / Capitán Ben Willard) –
A nadie se le debería escapar que lo que estamos viviendo no es una campaña de información sobre la vacunación contra el coronavirus sino una brutal campaña de propaganda. Para alguien que no duda de la eficacia de las vacunas comunes, que reconoce la mejora en nuestras condiciones de vida que han supuesto tantas vacunas y medicamentos, el argumento propagandístico nos intenta convencer que ésta vacuna es tan necesaria como en su día fue la de la viruela. Y es fácil que ante semejante potencia mediática utilizada, surjan dudas.
Recogemos de la red un hilo exponiendo 9 razones por las que el tuitero Capitán Ben Willard manifiesta su negativa a vacunarse. Nos parece un buen resumen razonado. Como indica el final, no pedimos que todo el mundo esté de acuerdo con esta exposición. Pero tampoco nos exijan que estemos de acuerdo con otras.
El mensaje original lo pueden encontrar aquí:
Voy a intentar explicaros por qué me niego a ponerme la vacuna (la que sea) del SARS-COV-2. Y que Dios reparta suerte.
— Capitán Ben Willard (@Ben_L_Willard) March 5, 2021
Y el hilo completo expone lo siguiente:
Voy a intentar explicaros por qué me niego a ponerme la vacuna (la que sea) del SARS-COV-2. Y que Dios reparta suerte.
Primero, porque las vacunas estas se han hecho deprisa y corriendo (lógico por la emergencia) y se han aprobado sin pasar todos los controles que pasan todas las demás (ilógico si se pretende una vacunación masiva).
Segundo, porque como consecuencia de lo anterior, las farmacéuticas se lavan las manos por los posibles efectos secundarios que tengan (que tendrán, al menos como todas las demás, pero no se han descrito).
Tercero, porque, aunque aseguran que son seguras (o sea, no te matan), eficaces (combaten al virus) y efectivas (otorgan inmunidad), no dicen ni cuánto dura esa inmunidad ni si puedes seguir contagiándote o contagiando a otros.
Cuarto, en el caso de las de ARNm, se usa un tratamiento que nunca antes se había aprobado más que en tratamientos experimentales para enfermos terminales.
Quinto, porque no describen los efectos secundarios (ya lo he dicho antes) y, por lo tanto, ponérsela comporta un riesgo incierto (que puede ser bajo… o alto, no sabemos).
Sexto, porque los beneficios fuera de la población de riesgo (es decir, los que tienen un riesgo CIERTO y comprobado de morir por la COVID) son minúsculos. Es decir, la inmensa mayoría de la población se sometería a unos riesgos inciertos a cambio de unos beneficios casi nulos.
Séptimo, porque el espíritu de contradicción me hace sospechar de las unanimidades, especialmente cuando son campañas invasivas que condenan socialmente a los disidentes o aun a los que planteen dudas razonables.
Octavo, porque en España NINGUNA vacuna es obligatoria. Ninguna. Y que la sola insinuación o aun planes públicos de hacer estas obligatorias me parece un abuso intolerable.
Y noveno, porque no me fío lo más mínimo de las autoridades (nacional o regionales) que han ido como mínimo como pollo sin cabeza dictando medidas abusivas con poco o ningún respaldo científico y dudosa o nula base legal.
No pido que nadie esté de acuerdo conmigo, sólo quiero que se respete mi decisión y que no se pinte esta como producto de conspiranoias, porque creo haber demostrado que no lo es. Vale.