(Redacción / Comunión Tradicionalista Carlista) –
En la festividad de San Nicolás, con un Madrid abarrotado de gente que disfrutaba del ambiente festivo, un grupo de afiliados y simpatizantes acudió a la convocatoria de la Comunión Tradicionalista Carlista para participar en el acto de entrega de los Premios Capitán Etayo 2024.
El acto se desarrolló en el acogedor marco de un céntrico restaurante. Asistieron al mismo una representación de las Juntas de Gobierno y de la regional de Castilla, encabezada por su nuevo presidente Luis Flórez-Estrada, así como carlistas madrileños y algunos otros llegados de lugares más lejanos que no quisieron perderse el evento. Todo hay que decirlo, la coincidencia en las fechas con la boda de Gabriel Echevarría, secretario de juventud de nuestra Junta de Gobierno, hizo que algunos de los habituales no pudieran asistir a la comida. Vayan desde aquí, por cierto, nuestra fraternal felicitación y nuestros mejores deseos para el nuevo matrimonio.
Javier Garisoain Otero, presidente de la Comunión, inició los parlamentos a los postres agradeciendo la presencia a los comensales y haciendo, como es habitual en estos casos, un repaso de la historia del Premio y del ya impresionante elenco de galardonados: Alexandra Wilhelmsen y Eulogio López; María Elvira Roca y Javier Barraycoa; P. José María Iraburu y Patricio Lons; P. Javier Olivera Ravasi y Augusto Ferrer-Dalmau; Luis Hernando de Larramendi (+) y Marcelo Gullo; Alfonso Borrego y José Javier Esparza; Mónica Nicoliello y José Luis López Linares. En la mesa presidencial asistieron precisamente el periodista Eulogio López, director del diario Hispanidad, y su esposa Juana Samanes.
Hacia las 4:30 de la tarde hora peninsular, se realizó una conexión vía telemática con representantes de la primera de las entidades premiadas este año 2024: el Instituto de Geopolítica y Estudios Estratégicos (IGEE), radicado o nacido en Colombia pero que tiene ya una muy extensa red de intelectuales que abarcan la mayoría de los países de la Hispanidad. A pesar de algunas dificultades técnicas, se pudo recibir en directo el saludo del vicepresidente del IGEE, coronel r. Edilson González y de Andrea del Pilar Malagón, jefe jurídico del Instituto. Edilson González leyó un emocionante discurso (que difundiremos en breve en nuestros medios y redes sociales) y quedamos emplazados al II Congreso por la Reunificación de la Hispanidad que se celebrará en Cádiz en el mes de mayo de 2025. Allí esperamos también poder efectuar físicamente la entrega del premio.
A continuación tomó la palabra Ana Manuela de la Pedrosa, vocal de juventud de la Junta Regional de Castilla, para presentar a la Fundación Toro de Lidia, la entidad más representativa y seria del mundo del toro en la actualidad, un ejemplo de éxito asociativo que, por su propio objeto cultural, trasciende fronteras y se dedica a unir, a tender lazos de hermandad entre hermanos hispanos de todo el mundo.
Acto seguido se hizo entrega del ya conocido galardón “Capitán Etayo“, la preciosa carabela en plata que identifica la unidad hispana a través del Océano, a Victorino Martín, presidente de la Fundación Toro de Lidia. El conocido ganadero, que venía acompañado por el secretario de la Fundación, Borja Cardelús, agradeció la distinción, con unas sentidas palabras en las que habló de unidad, libertad, hispanidad y tradición.
A continuación, Javier Garisoain explicó que los motivos para haber elegido a estos dos premiados son diversos pero uno muy destacado en primer lugar es el haber logrado superar el individualismo típico de nos invade en todos los sectores para crear proyectos colectivos, característica que la Fundación del Toro de Lidia comparte plenamente con la otra entidad galardonada en esta edición, el Instituto de Geopolítica (IGEE). En segundo lugar alabó además el empeño del mundo taurino en defender a capa y espada la libertad para el mundo de la cultura, libertad que contrasta con las imposiciones que suelen acompañar a las ideologías que, en su obsesión por regularlo todo, tienden siempre a acartonar las formas culturales.
Por último, y como colofón de la jornada, Javier Garisoain cumplió con la promesa que había contraído en el reciente acto nacional del Cerro de los Angeles y contó un detalle muy desconocido del primerísimo momento de la gesta de las Indias que debería ser conocido por los carlistas -y por todos los españoles- para llevarnos a reflexionar sobre un signo providencial. Más conocida es la elección de la cruz de Borgoña como emblema del Requeté en los años 30 y, por extensión, de todo el Carlismo, lo cual puede considerarse una intuición política genial que hace sencillo identificar al Carlismo como el movimiento político más antiguo y también el más hispanista. Pero aún hay más.
Se trata de lo siguiente: el 12 de octubre de 1492 Cristóbal Colón y los hermanos Pinzón desembarcan en la isla de Guanahani, bautizada como San Salvador por ser la primera tierra descubierta en el nuevo continente. El diario auténtico de Colón desapareció, sin embargo se conserva en gran medida gracias a la copia textual que hizo del mismo el P. Bartolomé de las Casas. En el momento mismo de describir la llegada de los españoles a aquella isla del Caribe don Cristóbal Colón dejó escrito lo siguiente:
“Yo, porque nos tuviesen mucha amistad, porque conocí que era gente que mejor se libraría y convertiría a nuestra Santa Fe con amor que no por fuerza, les di a algunos de ellos unos bonetes colorados y unas cuentas de vidrio que se ponían al pescuezo, y otras cosas muchas de poco valor, con que hubieron mucho placer y quedaron tanto nuestros que era maravilla”.
¿Y qué será eso de “bonetes colorados” en el siglo XV sino las mismísimas boinas rojas de nuestro tiempo? Una prenda de cabeza, de lana abatanada, rematada por un rabillo que culmina el tejido… Ante esta feliz casualidad se impone una reflexión al respecto y, más allá de cualquier mezquindad política, Garisoain terminó sus palabras con esta reflexión: “Sería bonito pensar que quizás, todavía, quinientos años después, en algún rincón del Caribe, existe alguna familia que conserva como una reliquia un trocito de aquellos bonetes colorados que trajeron los españoles como señal de buena voluntad”. Sería como una señal de todo lo que nos une, y de todo lo que aún tenemos por delante.