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19 de abril de 2020 0

El fuero de las mascotas

He visto un meme muy simpático en el que la actual reina de Inglaterra exhorta a sus súbditos a permanecer cada uno en su castillo. No lo habrá dicho, pero no hubiera errado puesto que en la isla se dice que “la casa de un hombre es su castillo”, frase que ya en 1644 recogía el juez Edward Coke.  Hubo un tiempo en el que nuestro domicio era inviolable. Cosas del fuero de los españoles que nuestra transición-de-la-ley-a-la-ley borró, y que se mantuvo vigente en tiempos de una dictadura. Término éste obligado en referencia a aquellos años que para algunos constituyeron los de nuestra niñez. A pesar de ello, creo recordar que amén de esos derechos en nuestro domicilio, también teníamos uno que otro fuera de él. Recuerdo por ello una niñez muy libre quizá por los rigores de las mismas estrecheces.  Irse éstas y llegar la libertad, e irse todos los derechos  al garete por completo, incluyendo el relativo al domicilio. Es para reflexionar.

Con propósito didáctico, y anticipándome a lo que el dúo Duque & Simón pueda presentar en próximas actuaciones, quisiera aclarar una duda que nos planteamos muchos padres en relación a algún derecho, en particular el de tránsito, que parece haber desaparecido junto con todos los demás. ¿Cómo es que nuestros niños no deben pisar las calles so pena de multa y los perritos en cambio sí pueden? Bueno, a ver si lo entendemos de una vez: Los animales pueden circular libremente. ¿No ve usted cómo jabalíes y corzos recuperan espacios urbanos? Los gatitos siguen siendo reyes. Crearon internet para ellos ¿no? Son las personas las que tienen restringido salir, junto con todos los demás derechos. Así que quien saca su perrito no es porque ejerza un derecho, sino porque acompaña a quien lo ejerce.  El gobierno ha aprobado de facto una nueva transición-de-la-ley-a-la-ley cuyo resultado es el fuero de las mascotas. En aplicación de éste, aquellos perritos que cuentan con un ser humano a su servicio (se sabe porque éste les prepara la comida y les recoge los excrementos de manera servil en una bolsita en la que pasea de vuelta las heces) pueden sacarlo un ratillo, pero sólo para ejercer su mísera condición humana carente de derechos… y de escrúpulos.

De esta manera, hoy son las ovejas las que obligan a salir a sus pastores.

Ya lo dijo el caudillo en triste ocasión, “no hay mal que por bien no venga”, y quizá se pueda aprovechar de alguna manera este único fuero. ¿Se le ocurre a usted?

 

 

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