La estupidez artificial
(Por Javier Garisoain) –
No me asusta la inteligencia artificial futurista. Es peor lo que ya estamos sufriendo, la estupidez artificial de empleados y funcionarios que no son capaces de tomar decisiones por su cuenta porque el ordenador no les deja. Vayan a cualquier franquicia, a cualquier oficina moderna. Cuando alguien pide algo adaptado a sus necesidades, algo que se sale de la basura normal, o cuando simplemente exige un trato humano y justo la respuesta típica es: “lo siento, el ordenador no me deja.”
Introduzcan un dni erróneo, pidan algo que se salga del protocolo, intenten hacer cualquier pequeña negociación comercial y la respuesta del autómata que aporrea el teclado será invariable: “lo siento, el programa no me lo permite”.
Doblegarse a los criterios estrechos de un formulario inflexible podría ser admisible a la hora de comprar algo por internet. Alguna rareza fabricada en las antípodas. Pero no tiene sentido encorsetarse así en las tiendas de barrio. Malamente sobrevivirá el pequeño comercio si se dedica a reproducir, a escala menor, los procesos maniáticos de Amazon. Si prescinde del trato humano morirá igualmente y no merecerá que lloremos por él.
Yo no se si la profesionalidad, la flexibilidad y en trato humano serán suficientes para evitar el cierre de un pequeño comercio. Lo que sé es que cuando pierden eso merecen morir.
2 comentarios en “La estupidez artificial”
Christoph
Un artículo importante. Venimos sufriendo esto cada vez más desde hace 20 años.
1.-A las compañías no les importamos los clientes (salvo si abandonamos la compañía, después de maltratarnos, entonces recibiremos llamadas pelmas que no conocen nada de nuestro caso).
2.-A los informáticos de las compañías y a los de las subcontratas no les importa nada el cliente. No se habilitan soluciones para las correcciones y excepciones. La frase, perdón por lo literal, “que se joda” está presente en las reuniones de definición de los programas informáticos, con total desprecio.
3.-El cliente no importa nada desde el momento en que no se habilita en las compañías un número de caso -o intervención- conocido por el cliente. Cualquier reclamación pasa a otro departamento de la empresa e implica volver a contar la historieta de turno. A ver si agotamos al cliente y se rinde… Eso sí, luego viene la encuesta automatizada sobre si la gestión ha ido bien.
4.-Hay, excepcionalmente, casos de personal implicado que apuesta por el cliente.
Todo se empeora cuando nos hacen hablar con máquinas. Transhumanismo al canto, además de ineficiencia. Si no va bien es porque no quieren.
Luís B. de PortoCavallo
Ya el capitalismo “clásico” tendía al monopolio, primando que “el pez grande se comiese al pez pequeño”, esto es, que unas pocas grandes compañías se hagan y controlen la mayor cuota de mercado, eliminando toda competencia.
El neocapitalismo globalista tiende al monopolio absoluto.
A pesar de la multitud de marcas, sólo un puñado de 10 corporaciones transnacionales controlan el 90% del mercado de la alimentación en el mundo y sólo 5 de ellas controlan todo el mercado de semillas de cereales, soja y arroz. Sólo dos o 3 compañias controlan la mayoría de la distribucion alimentaria.
Hay cientos de marcas de automoción, pero sólo 14 grandes grupos controlan el 60% del mercado
Igual ocurre con los grandes grupos farmaceúticos, aseguradoras y reaseguros internacionales.
El 90% del transporte de carga mundial es vía marítima. Los principales servicios los prestan nueve navieras, de cinco países, ocho de las cuales están organizadas en tres grandes alianzas.
La misma tendencia está presente en el sector de las telecomunicaciones, informática, las agencias de información y del entretenimiento, incluso en el sector inmobiliario.
Quién se cree libre de escoger vive una quimera.