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14 de agosto de 2021 0 / / / / / / / / / / / / / / / / / /

Pamploneses salen a la calle contra la “vacunación” anti-covid en niños (1)

(Por José Fermín Garralda) –

ANTEAYER nos impresionaba el absoluto vacío de las calles pamplonesas, vacías incluso de la minoría que hoy comienza a  reaccionar porque sospecha de la pronta obligatoriedad de la “vacuna” anti covid en los niños y niñas sin permiso paterno.

Pues bien, HOY nos ha impresionado el número de gente que, después de año y medio de “pandemia”, comienza a manifestarse en la plaza del Castillo de Pamplona. (Decir “pandemia” no significa que neguemos la existencia del coronavirus o que rechacemos protegernos de él a ciencia y conciencia)

Hablo de impresiones, porque de nuevo, en esta concentración del día 14 de agosto, hemos comprobado que el lenguaje del corazón funciona muy bien en la dinámica de masas.

La concentración realizada en Pamplona el 14 de agosto contra la vacuna Covid en los niños y jóvenes, y la posible  imposición de ésta, ha estado bien. Lo decimos teniendo en cuenta la tremenda diversidad de los asistentes, que la fecha de la concentración  haya sido en pleno agosto veraniego por necesidades del guión -es momento de prevenir lo que pueda plantearse a comienzos del nuevo año escolar-, el calor tórrido de verano, y la novedad del caso. Se ha cumplido el objetivo aunque, como diré, de forma algo desviada, y en ciertas cosas se debiera mejorar.

El Acto del 14 de agosto ha sido simultáneo en más de una docena de ciudades españolas, focalizándose como “buque insignia” en la ciudad condal de Barcelona. En Pamplona ha durado una hora. Ha sido un Acto dinámico, ya declarativo justificando las razones, ya participativo gracias a un buen puñado de intervinientes llenos de activismo, podríamos decir que de tendencia izquierdista.

Otro día explicaré por qué el Acto ha sido una NOVEDAD para quien esto escribe. La inmediatez y brevedad del periodismo hace que no desarrollemos ahora lo que se dijo, ni las consideraciones que se pueden hacer al respecto. Ahora tan sólo adelantamos un apunte.

¿El objeto de la convocatoria del día 14?: la “MANIFESTACIÓN contra la vacunación en niños y la manipulación de los medios masivos de comunicación”. ¿El lema?: “Todos los padres UNIDOS”. Al pie de la convocatoria: “¡Salud con seguridad para nuestros hijos! ¡Son niños, no cobayas!”.

Aquí hay varios temas: el coronavirus en sí mismo y las medidas generales que contra él se deben tomar, la vacunación de adultos y mayores, la vacunación en los niños en sí misma, y la obligatoriedad de ésta última con o sin permiso paterno. La manifestación ha sido contra la vacunación de los niños y jóvenes, así como contra su obligatoriedad.

Había gente muy diversa en la plaza, desde la que insiste en el derecho irrenunciable y primario de los padres a la educación, al cuidado y valoración de riesgos de sus hijos -aquí nos situamos nosotros-, hasta la postura o tesis libertaria o anarcoide que centra la atención en la libertad absoluta sobre el propio cuerpo y la oposición a cualquier tipo de autoridad pública. Nosotros no compartimos esta segunda tesis, que es la que más expuso el público interviniente, pues hay que tener en cuenta la existencia del coronavirus y la necesidad del bien común  con una autoridad que vele por él.

Por eso, el tema es delicado. Se debe partir de los grandes errores cometidos por los políticos, de la promiscuidad social y la falta de responsabilidad de muchos, del dirigismo político del mundo apreciado entre bambalinas, de las exageraciones oficiales y la política del miedo, del control de la información y de la necesidad de evitar malas interpretaciones hacia nuestra postura crítica. Si tener dudas sobre la vacunación es más que razonable, lo que se desea son libertades cívicas y personales, información fehaciente y fiable, y no imposiciones y menos secretos. Que personas de ambas posturas estuviesen juntas, muestra la gravedad de la situación. Puede ser que, en este 2021, los pobladores del mundo comiencen a sentirse abocados entre el ser y el no ser.

La convocatoria estaba abierta a todos, y, aunque se dijo que se planteaba como Acto no político, ni de parte, sino sólo social y abierto,  las participaciones espontáneas y asamblearias de los asistentes se escoraron a favor de unas tesis de sabor libertario. Incluso una señora se marchó protestando: “¡Hemos venido al tema de las vacunas!”.

Los animadores mostraron dominar el arte de convocatoria de masas. Pusieron los puntos sobre las íes. Criticaron con cierta agresividad -no puede ser de otro modo-, las exageraciones de las instituciones públicas del Gobierno de España y Navarra. Criticaron a los políticos y sindicatos -todos ellos paniaguados-, a parte de los médicos y personal sanitario -que se deben a lo común admitido, careciendo además de libertad ante quien les coloca, manda y paga tanto en el  sector público como en el privado-, a los periodistas y medios de comunicación -que más que ser transmisores de la verdad siguen consignas-, a la TV convertida en mero instrumento de lavar el cerebro… y eso sin excepción alguna, referidos a España y en nuestro caso también Navarra.

Argumentaron extrañándose enormemente de los comportamientos oficiales y además impuestos , que estarían en conflicto con datos que se tiene sobre el coronavirus, las “vacunas” y las mascarillas. ¿Qué se ha hecho y cómo en España y Navarra, quién y cuándo, y con qué exageraciones, paradojas y omisiones?

Esta argumentación, que ha debido plasmarse en el ámbito de la calle con cierta emotividad, justificaría el profundo rechazo del ciudadano al engaño y la mentira de las medias verdades, al ocultamiento y la manipulación, al poder civil casi absoluto y dictatorial, al borreguismo, y al dominio de cuatro oligarcas sobre todos los Estados, que nosotros sintetizamos como mundialismo y Gobierno mundial. De este contundente rechazo, nos alegramos. Eso mismo, aunque con matices y ciñéndose a los hechos, los tradicionalistas lo avisaron aplicándolo al Régimen de  democracia liberal, que además no es de veras representativa.

Es decir, si el conservadurismo ha tenido siempre un problema, ahora el problema lo tienen los de izquierdas que sean contrarios a vacunar a los niños y jóvenes, que se han  quedado sin Gobierno, sin partidos, sin sindicalistas, sin periodistas… sin nada de todo  lo mucho que han alcanzado cuando han estado directa o indirectamente al servicio de los que ahora ellos critican con tanta razón, los cinco oligarcas del mundo y sus cada vez más comparsas.

Nuestro mundo da vueltas sin encontrar sosiego, pues lo que antes decían los tradicionalistas a los conservadores y los izquierdistas, ahora lo dicen gentes de Izquierda -¿por desengaño o con astucia?- sobre el funcionamiento del actual sistema, el sistema mismo, y sobre las certezas y sospechas que se tienen en relación a la utilización política del coronavirus para otros fines más allá de lo sanitario. (Como dice un amigo, los políticos deberían haber dejado todo en manos de los médicos desde el comienzo).

Es un espectáculo muy grato escuchar a los actuales críticos. Ahora bien, esperamos que su protesta no sea aparente, para pescar en aguas revueltas, y capitalizar la sana reacción social para así poder desviarla. Que no se quiera hacer el juego poner tronos a las premisas y cadalsos a las consecuencias. En principio, no hay por qué recelar de ellos, pues son padres de familia y existe algo que se llama sentido común y el deseo de ejercitar las propias libertades. Cuando menos lo parece, surgen personas individuales desengañadas, y, siendo esto muy propio del estilo hispano, ojalá pasen del desengaño a posiciones desideologizadas.

Está claro que, en esta encrucijada, los tradicionalistas no  podemos perder la ocasión para hacer el bien y para evitar la politización con dejes izquierdistas de ciertos intervinientes, que fagociten demagógicamente,  quizás sin desearlo, la reacción popular que comienza. Hay que estar presentes y tomar simple y llanamente la palabra: pero nunca estando solos en la asamblea. 

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