El jalogüin, el carnaval y las fiestas de invierno
(Por Javier Garisoain) –
El problema del jalogüin moderno (el único que existe) no es tanto lo que pone -la ordinariez y el mal gusto de reírse de los muertos- sino lo que quita. Celebrar la víspera de algo sin festejar el día de algo es como dar la bienvenida a un amigo para, acto seguido, darle la espalda.
Es lo mismo que pasa con el carnaval sin cuaresma. ¿Qué tienes que celebrar si no piensas abstenerte de tomar carne durante los próximos cuarenta días? O en la Navidad, cuanto te pierdes en lucecitas, papanoeles consumistas y chorradas mientras ignoras al Cumpleañero.
Pero claro, si eres de aquellos snobs que están encantados de que España sea una colonia de los anglos, todo lo que llegue de la mano de aquella cultura decadente te parecerá glorioso. Aunque no sea -en el mejor de los casos- mas que el resplandor de una estrella muerta: un jalogüin sin Santos, un carnaval sin Cuaresma o una navidad sin Cristo.