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16 de marzo de 2019 0 / / / / / / / / / / / / / / /

Aclarando cuestiones

 

Por Internet nos ha llegado un artículo firmado por Miguel Giménez. En el mismo se presenta al Carlismo como un antecedente del nacionalismo catalán. También involucra a la Iglesia Católica en los nacionalismos separatistas.

 

 

Aclaremos las cuestiones.

Es cierto que donde antes hubo Carlismo (Cataluña, Vascongadas y Navarra) hoy hay separatismo. Ello es debido a que el fuerismo carlista nace de la misma Tradición española La variedad de las regiones españolas es algo que no se puede negar.  Pero si la miramos con ojos liberales, el resultado es el separatismo. Porque el liberalismo genera discordia. No hay más que presenciar las noticias de los telediarios sobre el Parlamento. Lo mismo ocurre con las regiones.

Eso ha ocurrido en las Vascongadas. Luis Arana Goiri, se hizo nacionalista después de una conversación que mantuvo con un liberal santanderino en un viaje por tren. El liberal aferrado al principio de la igualdad formal, le convenció de que si los vascos querían tener Fueros tenían que dejar de ser españoles. Aceptando este principio liberal, Luis Arana se hizo separatista. Luego trasmitiría ese separatismo a su hermano Sabino.

Al separatismo de Sabino se unieron los “euscalerriacos”. Formaban un grupo fuerista liberal liderado por don Fidel Sagarmínaga. Fallecido éste y capitaneados por el naviero Sota, aceptaron el nacionalismo de Sabino con una reserva: ellos eran liberales y Sabino integrista. Pero lo aceptaron y constituyeron un factor importantísimo para la futura fuerza del nacionalismo.

Éste creció debido al desgaste del Carlismo consecuencia de la derrota militar en las guerras y de seguir tratados como vencidos por los gobiernos liberales de Madrid. Más aún, se dio una alianza electoral de los conservadores vizcaínos con los nacionalistas para derrotar al Carlismo. Cuando los conservadores quisieron repetir la alianza, los nacionalistas se negaron. Ya habían aprendido el mecanismo electoral y podían volar solos.

Es sabido que, en el Congreso de los Diputados, en 1919, Indalecio Prieto recordó que los tres alcaldes nacionalistas que había habido en Bilbao hasta entonces, habían accedido al cargo por Real Orden. Y que, en 1909, Don Alfonso, pasando delante del “batzoki” de Begoña, saludó militarmente a la Ikurriña que ondeaba en el balcón.Y es que, para debilitar al Carlismo, los liberales y conservadores (más estos que aquellos) no dudaron en apoyar el separatismo vasco.

Refiriéndonos a fechas más cercanas, los disidentes del PNV que formaron el nuevo partido EA, justificaban su disidencia en que el partido de origen recibía apoyo de los gobiernos de Madrid.

Eso es lo ocurrido en Vascongadas. Dejamos a nuestros amigos catalanes que cuenten lo que ha ocurrido en el Principado. Que será algo parecido.

Respecto al apoyo que el clero ha prestado al separatismo en ambas regiones es algo evidente.

En Vascongadas, el nacionalismo se presentó como una defensa de la Religión frente a los gobiernos liberales de Madrid. Muchos católicos, incluidos sacerdotes, cayeron en el engaño. Y cayeron tan profundamente que elevaron la causa nacionalista a un nivel sobrenatural, El detalle más significativo de ello fue la instauración del “Aberri Eguna” (Día de la Patria) coincidiendo con el Domingo de Resurrección. Ello ocurrió por primera vez en 1932. Pero ya en 1923, el director del diario Euzkadi, en la primera página, ya se había expresado en estos términos: “hoy el es día en que la Patria se levanta de su tumba”. Incurrieron en el error de poner al mismo nivel las verdades reveladas que los postulados nacionalistas.

www.39ymas.com, yo-moriarty.miquel-gimenez

Miguel Giménez dedica gran parte de su artículo a describir las miserias morales de los miembros de la Jerarquía y el Clero, que él las presenta como de la Iglesia. Por eso suponemos que su intención es combatir a la Iglesia.

Los carlistas somos conscientes de ello. La Iglesia nunca ha presumido de la impecabilidad de sus miembros. Todo lo contrario, nos recuerda a sus hijos que somos pecadores y nos invita continuamente al arrepentimiento.

Los carlistas preferimos callar sobre los pecados del clero. No se trata de encubrir, sino de no participar en un guirigay que a nada bueno conduce. Cuando conocemos algún caso escandaloso, lo ponemos en conocimiento de quien puede poner remedio. Porque es verdad que la ropa sucia se lava en casa. Lo procedente es lavar, no publicar.

Conscientes de que todos somos pecadores, rehusamosprotestar de los pecados del clero. Preferimos ocuparnos de los nuestros para, con ayuda de la gracia de Dios, evitarlos en el futuro.

Y desde estas líneas decimos a MiguelGiménez y a todos los de su cuerda que los males de España no tienen otro remedio que la vuelta a la Tradición. Y que esa Tradición se nutre de la enseñanza de la Iglesia. Y fuera de la Iglesia no hay nada que pueda servir para que España salga del marasmo en que se encuentra. Y a pesar de los muchos fallos de su Jerarquía

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