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7 de enero de 2025 1

Cine: “Cónclave”. No intenten vendernos un iPhone

(Por Francisco Miguel de la Puente-Herrera Macías) –

Uno de los peligros que corre el ciudadano medio es el de, sin ser consciente plenamente de ello ni buscarlo, verse asaeteado por ideologías espurias que pretenden mediante una continua exposición a las mismas ir conformando su visión e imaginario. Para ello debe primero servir una carnaza atractiva para que el ciudadano muerda el anzuelo, y uno de los medios mejores, porque no exige, tal como normalmente se plantea, un esfuerzo activo sino una mera recepción pasiva, es el cine y las series.

En esta ocasión quiero hablar de la película “Conclave”, a la que fui sin saber muy bien qué era lo que me iba a encontrar. Suponía, evidentemente, que no me iba a encontrar con un sesudo documental sobre los entresijos teológico-políticos que encierra dicho proceso, pero sí que sería, al menos, un thriller aseadito con trasfondo eclesiástico, teniendo en cuenta que el planten del reparto era una serie de nombres de relevancia en dicho oficio como Isabella Rossellini, Ralph Fiennes, Sergio Castellito y Stanley Tucci. Además, el director, Edward Berger, ya nos había ofrecido un producto bastante correcto en su adaptación de Sin novedad en el frente de Erich Maria Remarque a la gran pantalla.

Todas estas promesas se vieron frustradas en cuanto a lo que el contenido atañe, puesto que en lo que respecta a cuestiones formales como la calidad de fotografía etc. es un producto bastante bueno. Ya desde el principio se intenta trazar una visión maniquea en la que los eclesiásticos que defienden la doctrina y el depósito de la fe sin pretender adaptarlos a las veleidades del mundo moderno son vistos como monstruos intransigentes que representan el mal absoluto sin mezcla de bien alguno, poseídos por la soberbia o con una conducta reprobable que les hace caer en la lujuria y la ambición más descarnada. Por el contrario, el ala dispuesta a plegarse al mundo y dar cabida con total legitimidad al colectivo LGTBQ+ y el acceso de la mujer a todas las instancias de la Iglesia es la encarnación del bien absoluto.

Al poco de empezar, la película plantea un MacGuffin bastante claro: de repente aparece un sacerdote joven que había sido designado cardenal in pectore y que por lo tanto tiene derecho a participar en el conclave. De él lo único que sabemos es que había sido designado hacía un año arzobispo de Kabul y que tiene ciertos problemas de salud, pero sin especificar de qué índole. No hay que ser un lince para saber que dicho personaje dará juego, pero no es hasta el final que se revela, siendo finalmente elegido pontífice y es ahí cuando se inocula toda la ideología progre que había en el arsenal. El cardenal es hermafrodita y aunque, por indicación del anterior pontífice iba a someterse a una operación que le extirpara los órganos femeninos, nos cuenta que en el último momento se echó atrás, porque pensó que, si Dios es perfecto, al igual que todas sus obras, su condición hermafrodita responde al deseo de Dios que lo quiere así. Todo ello, lógicamente, está trazado así para abrir la puerta a la comprensión absoluta de cualquier condición personal, orientación etc. y al tan manoseado y adulterado no juzguéis para que no seáis juzgados.

Estos mensajes torcidos, gracias a películas como esta, van impregnando la opinión del común y abriendo rendijas que pretenden que de esta forma se vaya segando la hierba debajo de los pies de la Iglesia, quien, a juicio de quienes muerden este anzuelo, debe acoger cualquier tipo de conducta, ser comprensiva con todo tipo de comportamientos, porque si Dios es amor, cualquier tipo de amor es válido. Es por tanto una película dañina para católicos que no tengan una conciencia formada y un conocimiento asentado de la doctrina. Con esto no me refiero a que todos debemos ser doctísimos en teología para que no nos perjudique, sino que en el católico medio actual que se encuentra sometido a un cuestionamiento por parte de la dictadura de lo políticamente correcto, que hace que nos vean como monstruos carpetovetónicos si no nos plegamos al relativismo en boga, esta película ningún bien hace.

Ya dice el evangelio que los hijos de las tinieblas son más astutos que los hijos de la luz y con esto lo demuestran con creces. Me viene a la memoria un episodio de la serie The new Pope de Paolo Sorrentino, en la que el papa (John Malkovich) recibe en audiencia a Sharon Stone, quien se interpreta a sí misma. Durante la audiencia Stone le pide que se admita el matrimonio homosexual, a lo que el papa se niega aclarándole que la Biblia dice claramente que el matrimonio está destinado a la procreación y por tanto se restringe necesariamente a una relación entre un hombre y una mujer. Stone insiste preguntando si la Biblia no se puede actualizar, a lo que el papa responde que la Biblia no es un iPhone lo que provoca la queja de Sharon Stone, a la que el papa contesta que todo lo que puede ser actualizado, como un iPhone, acaba siendo arrojado al cubo de la basura y reemplazado por un modelo más caro, mientras que la Biblia, precisamente por eso, ha permanecido tanto tiempo sin que haya decaído su valor. Esto último deberías tenerlo en cuenta para comprender cual es la riqueza del depósito de la fe que conservamos y que debemos transmitir de forma inalterable. Por favor, no intenten vendernos un iPhone.

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Un comentario en “Cine: “Cónclave”. No intenten vendernos un iPhone

  1. UN LECTOR

    Muy bueno el ejemplo del teléfono.

    Responder

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