(Por José Fermín Garralda) –
Sin calor y con un sol reluciente, los peregrinos subieron por el empinado Vía Crucis de Montejurra. Vía encajonada y suelo éste roto, pero no incómodo por los millones de pisadas anteriores. Día espléndido e insuperable. Los campos de la llanada de Tierra Estella seguían mostrando su color de oro y el horizonte nos dirigía a un indefinido y brillante claro-azul.
¿Por qué subieron al alto? Pues porque, éste año, la Hermandad de Caballeros Voluntarios de la Cruz se ha abierto de nuevo, y ha llamado a personas amigas que comprenden y hasta viven sus objetivos y Reglas. La asociación juvenil Cruz de Borgoña, entre otros, ha sido puntual a la llamada.
Para evitar las confusiones que excitan los malévolos, dejemos claro que, entre la masa asistente, una realidad es la Hermandad canónica -no política– que convoca, y otra los invitados que le acompañan, cada cual con sus propios signos, respetando siempre las enseñas de la Hermandad: la Cruz con el aro santo que dirige las miradas, y la bandera de España cargando en ella la cruz de la Hermandad canónica. Otro distintivo de los caballeros es el capote pardo, con el cual –el capotillo de verano- subieron algunos. La boina roja nunca fue un distintivo de los Caballeros, pero siempre la llevó quien lo deseaba. Decimos que la Hermandad no es política. Entre los signos de la Hermandad destaca la Cruz, y no en vano han sido 14 cruces las que una mujer de un pueblo cercano, generosa y buena, ha prestado para acompañar las 14 estaciones que ascienden al Calvario.
Los invitados procedían de los campamentos de jóvenes Cruz de Borgoña, más otras personas –conocidos unos y otros siempre nuevos- procedentes de diversas partes de la geografía española, entre La Coruña y Barcelona, Vizcaya y Madrid. Una encantadora diversidad se reúne en torno a la Cruz y al Cristo negro de Montejurra. Una vez más, muchos han mostrado de nuevo que saben por Quién y para Quién viven, y por quienes viven y vivirán hasta su último aliento.
Tras el Vía Crucis ascensional, el joven pater que lo dirigió, celebró la Santa Misa en la gruta del Cristo Negro. La comunión sacramental fue larga y se recibió de rodillas.
Tras ello, vino la hora del almuerzo bien ganado, pasando el rato entre risas y chanzas.
El orador habló de esta manera, lo que se recoge gracias a que en buena parte llevaba su intervención escrita:
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“Fue la Revolución liberal primero, la socialista/separatista después, y ahora las dos juntas, las que buscan ARRASAR la civilización cristiana y hasta la misma naturaleza individual y social, personal. Lo estamos viendo ante nuestros propios ojos. Nada de lo que nos decían cuando éramos chavales nos resulta hoy extraño. Ciego sería quien no lo reconociese. El espectro de la anti-creación desfila bamboleándose, cayéndose como vencido, a la vista de todos. Y con él, ¡a cuantos arrastra!
“El 14 de septiembre fue la gran fiesta anual de la Hermandad de Caballeros Voluntarios de la Cruz: la exaltación de la Santa Cruz. El domingo siguiente a ella, la Hermandad peregrina siempre al Vía Crucis de Montejurra, desde su fundación el 26-XII-1939. Hubo algunos años que subían dos personas, una de las cuales no ha podido venir hoy. No es sólo que viéndoos a vosotros se vea multiplicar aquella pequeñita llama, sino que, sobre todo, viéndoos a todos vosotros, se muestra la importancia de perseverar y sobre todo de saber que la Causa no es nuestra, sino de Dios Jaungoikoa, que hace nuevas todas las cosas buenas y necesarias.
“La HCVC fue fundada por mons. Olaechea Loizaga el 26-XII-2939. Es una hermandad canónica. Desde su fundación sube esta santo Vía Crucis de nuestros padres y abuelos.
“¿Qué les movió para fundar la HCVC? Leamos una memoria manuscrita, al parecer por José Ángel Zubiaur –amigo, muy amigo de aita Teodoro-. El escrito parece ser de 1940 aunque pudiera ser de 1963. Zubiaur divide su exposición (dos cuartillas a tres caras manuscritas, 218 x 156 mm.), en tres partes: los antecedentes, cómo surge la idea y cómo la idea es realidad. Con la Victoria no acababa todo, sino que en realidad empezaba. Como es la primera vez que este documento sale al público, lo leemos íntegro:
“La idea en potencia se hizo realidad en el Vía Crucis del Montejurra del 3 de mayo de 1939, organizado por varias mujeres –madres, esposas e hijas-. Debió impresionar enormemente a Zubiaur ver a los mozos voluntarios subir 14 grandes cruces de madera, una por cada estación. ¿Qué hacer con esta explosión cristiana de lealtad, recuerdo y amor? Dice:
“Se iba a lo fundamental y se distinguía esto de lo secundario. Este es su tercer punto:
“La idea es realidad. Cuesta más llegar a aclarar una idea que llevarla a la práctica. Esto se consigue con entusiasmo. Y entusiasmo había a raudales. El primero el del Sr. Obispo que veía en los Voluntarios un abierto campo de apostolado cuajado de esperanzas. Él fue quien dio calor a la idea y trabajó hasta hacerla realidad. Junto a él un grupo de voluntarios. Comenzóse a perfilar la organización. Esta no podía ser una liga de ex – combatientes a semejanza de la surgida después de la Guerra Europea, la guerra española fue de Cruzada y aires de Cruzada había de tener la organización que intentase perpetuar su recuerdo. En España no era difícil encontrar el molde para tal fundición y se encontró. Los voluntarios se agruparían a semejanza de las antiguas Órdenes de Caballería, observarían sus normas en todo aquello que fuese compatible con la diferencia de los tiempos; las innovaciones serian dentro de lo tradicional. Con este espíritu se redactaron las reglas de la que se llamaría Hermandad de Caballeros Voluntarios de la Cruz, que fue erigida canónicamente por el Excmo. Y Rvdmo. Sr. D. Marcelino Olaechea y Loizaga, Obispo de Pamplona, en la Iglesia Monasterio de Irache el 26 de diciembre de 1939”.
“Estas palabras recogen lo que vivieron nuestros padres y abuelos, por qué lo vivieron y cómo quisieron mantener el ideal de Cruzada cuando urgía la legítima defensa. Porque aquello fue una Cruzada, no nos engañen. Una Cruzada en defensa de la conciencia cristiana, de sus manifestaciones más sagradas, de la misma existencia del clero y la Iglesia de Cristo. Expulsado Dios de la Constitución de 1931 –como hoy en 1978-, y plantado por ello el árbol en mala tierra, el camino de la degradación y la persecución descubierta ayer -hoy cada vez menos encubierta- es un hecho lógico. Las consignas del comunismo estalinista estaban claras y se hicieron realidad: destruir la Iglesia. Y con ella lógicamente a los cristianos. Y el clero fue destruido, sin una sola apostasía. Por eso, que los quejicas de hoy que no pongan tronos a las premisas y cadalsos a las consecuencias, como decía Vázquez de Mella.
“Lleguemos al presente.
“También en el andar más político, los Fueros, España, la hispanidad, un rey legítimo –el que Dios al final nos dé- tenemos que vivir y trabajar unidos.
“Debemos saber claramente que la revolución nos quiere desunidos. La revolución sabe que unidos todos, somos invencibles, que unidos no moriremos como tradición. La Revolución ya está vencida por Cristo, y cada cuál debe cooperar en lo que ya Él realizó.
“Estamos viendo desfilar los desechos y ruinas de nuestra sociedad. El mal se hunde sólo, pero arrastra a muchos tras sí. Y eso lo tenemos que evitar. Por eso, no nos podemos permitir las pequeñeces personales, sino que cada cual aporte lo muchísimo que puede y debe dar, siendo reconocido por todos como un Adelantado allá donde viva.
“Las antítesis están claras: O Revolución o Tradición; O Roma o Moscú; O Cristo o el nuevo orden mundial –y Satanás que está detrás-, nuevo Orden que es todo desorden, y diciendo esto nos acordamos del capitán don Carlos Etayo que predijo lo que vemos con nuestros propios ojos. Y seguimos: O paganismo, o bien Cristianismo y verdadero futuro; O desunión y derrota, o bien unión y victoria; O retroceso a la barbarie más inhumana, o bien lo que defendamos con el todos juntos en unión de todo lo bueno y noble. Por eso, no nos queda más que decir: Viva Cristo Rey, Viva España y los Fueros, Viva el Rey legítimo”.
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Hasta aquí lo que expuso el presidente de la CTC de Navarra, distinguiendo la presencia de la HCVC de la asistencia de muchos amigos.
Todos quisieron que Sancho, el principal organizador de la convivencia y subida al Vía Crucis de Montejurra -junto con el prior de la HCVC-, dijese unas palabras amables y sentidas. Sancius agradeció la presencia de todos los asistentes, en especial de aquellos que más se han esforzado en venir a la montaña sagrada. Agradeció el esfuerzo de los que han subido con esfuerzo la empinada y escarpada pendiente. A aquellos que han hecho posible estos días de convivencia. Desde la montaña convocó a una nueva Cruzada. No la del ruido, las voces y las apariencias, no la del estruendo de antaño a fuerza de necesidad imperiosa, sino una cruzada pacífica de servicio, de evangelización y apostolado cristiano, de expansión de todo aquello que haga posible la restauración e nuestras sociedades y de España en todo lo bueno ante Dios y los hombres.
La bajada de la montaña que tantísimo evoca, se hizo despacio para no resbalar. El sol seguía luciente. En ánimo estallaba en canto.
Para terminar: agradecemos también a aquellas margaritas que, sujetando a sus hijos y sosteniendo a sus maridos en el esfuerzo, son las que verdaderamente hacen posible el esfuerzo de la vida. Que sigan sosteniéndoles, que si no caemos. Los hay que ya muerden el polvo aunque se levanten. Todas las margaritas mantuvieron a los voluntarios en la guerra. En la Hermandad (HCVC), las damas fueron un puntal no tan oculto. Las hijas de la Caridad fueron y son el alivio de todos los enfermos, sean del color político que sean. Las mujeres, madres, esposas en lo humano y lo divino, hermanas e hijas… son la primera bendición de nuestra sociedad enferma.
Es la hora del testigo de Cristo, y en el mundanal ruido también del testigo de la tradición, de las buenas obras más que palabras, de los jóvenes guiados por la segunda o tercera… juventud.