Un comentario en “Decididos a reconquistar la calle”
Fermín de Musquilda
Este plan me parece muy bien. Ante el nihilismo de casi todos, ha llegado la hora de salir a la calle.
Cuando haces acto de presencia en la calle, hoy nadie te dice nada, todos te dejan hacer, y casi nadie se mete contigo (y cuando lo hacen, actúan cobardemente, de espaldas, yéndose).
Uno de los grandes males de los tradicionalistas, es seguir a los conservadores que se encierran en su vida privada, en su parroquia o capilla, en su trabajo suponemos que arduo, y en su casita.
Mientras tanto, todo se desmorona.
¿Es que estamos esperando a que llamen a nuestra puerta? (quizás no sea para tanto, lo que me da más la razón).
La falta de costumbre, la falta de músculo, hace a los tradicionalistas unos acomplejados, porque el “no estar, no es lo suyo”. Perder el propio carácter, la “rasmia”, lo que siempre caracterizó a los tradicionalistas o carlistas, puede hacernos… no valer para nada.
Si la sal pierde su sabor…
NUNCA HE ENTENDIDO Y NUNCA ENTENDERÉ, EL DEJAR SOLOS A LOS PROPIOS CUANDO ESTOS SALEN A LA CALLE. Y OCURRE QUE SE LES DEJA SOLOS, QUE MUCHOS LES DEJAN SOLOS, incluso ante una calle a veces desagradablemente hostil, aunque HOSTILIDAD soportable.
Conozco a carlistas que, por encerrarse en su casita como buenos “conservaduros”, han dejado de ser carlistas y quizás tradicionalistas de veras. De nuevo: si la sal pierde su sabor…
Un comentario en “Decididos a reconquistar la calle”
Fermín de Musquilda
Este plan me parece muy bien. Ante el nihilismo de casi todos, ha llegado la hora de salir a la calle.
Cuando haces acto de presencia en la calle, hoy nadie te dice nada, todos te dejan hacer, y casi nadie se mete contigo (y cuando lo hacen, actúan cobardemente, de espaldas, yéndose).
Uno de los grandes males de los tradicionalistas, es seguir a los conservadores que se encierran en su vida privada, en su parroquia o capilla, en su trabajo suponemos que arduo, y en su casita.
Mientras tanto, todo se desmorona.
¿Es que estamos esperando a que llamen a nuestra puerta? (quizás no sea para tanto, lo que me da más la razón).
La falta de costumbre, la falta de músculo, hace a los tradicionalistas unos acomplejados, porque el “no estar, no es lo suyo”. Perder el propio carácter, la “rasmia”, lo que siempre caracterizó a los tradicionalistas o carlistas, puede hacernos… no valer para nada.
Si la sal pierde su sabor…
NUNCA HE ENTENDIDO Y NUNCA ENTENDERÉ, EL DEJAR SOLOS A LOS PROPIOS CUANDO ESTOS SALEN A LA CALLE. Y OCURRE QUE SE LES DEJA SOLOS, QUE MUCHOS LES DEJAN SOLOS, incluso ante una calle a veces desagradablemente hostil, aunque HOSTILIDAD soportable.
Conozco a carlistas que, por encerrarse en su casita como buenos “conservaduros”, han dejado de ser carlistas y quizás tradicionalistas de veras. De nuevo: si la sal pierde su sabor…