(Por Javier Garisoain) –
Lo del coche eléctrico parece que no cuaja. Las cuentas no salen. ¿De dónde podría salir la electricidad necesaria para mover todo el parque automovilístico actual? ¿De quemar en grandes centrales el mismo petróleo que ahora se va quemando poco a poco en cada coche? Para ese viaje… Y eso sin entrar en otros graves problemas aún no resueltos como son la financiación de unos vehículos caros; los puntos de conexión que resultará difícil o imposible poner al alcance de cualquiera; o hasta el reciclaje de las baterías y otros componentes altamente contaminantes. A corto plazo el vehículo eléctrico podría quedarse en algo así como los cochecitos del golf, un capricho para algunos.
La respuesta de nuestros políticos es la de siempre: la huída hacia adelante. Vender la burra aunque la burra ya lleve un tiempo muerta. Cuando existe un empeño ideológico la realidad es lo de menos. Lo que no saben es que la realidad siempre, siempre, se acaba imponiendo. En este asunto caótico de la movilidad más valdría estudiar los problemas con un poco más de humildad, dejar de lado los tintes electoralistas, dar prioridad a la libertad de las familias y dejar trabajar a los expertos, que los hay.