-(Por Iván Guerrero)
Ronda por ahí como una especie de corriente política, eso del llamado »Posibilismo político». Bueno, vamos a empezar por lo menos definiendo el término.
Empecemos diciendo que en política ‘es una orientación que opta por la negociación y los compromisos con los adversarios políticos’. Y todo el que esté en contra de esto se le tacha de ser fundamentalista, extremista y radical… curioso esto por cierto.
Con la definición de »Posibilismo político» queda claro que esta corriente de pensamiento político nos describe la opción de poder llegar a »componendas» con nuestros adversarios políticos, ¿y quienes son los principales adversarios políticos del carlismo?, pues todo movimiento político que base su programa en la ideología liberal. ¿Pero entonces en qué podemos coincidir con un movimiento político liberal?. Porque para llegar a pactos políticos tenemos que tener algo en común con ellos digo yo, ¿y hay algo?. ¿Alguna fuerza política del arco parlamentario actual comparte nuestro programa?, ese de Monarquía tradicional, el fin de los partidos políticos, confesionalidad católica (unidad religiosa) de España, fueros, economía anticapitalista…
Atraer a nuestra causa a personas ‘despistadas’ ya están para eso nuestros modestos medios que machaconamente en ellos les definimos qué es realmente el liberalismo y lo que nosotros »predicamos» y ofrecemos con ello que se unan a nosotros, pero si no lo hacen y se van a movimientos políticos liberales aún conociendo nuestro programa, allá ellos.
El camino del Posibilismo político creo que nos conduce al »circo» del llamado »consenso» político muy del gusto liberal por cierto, ese »circo» del todo vale con tal de estar en el poder para destruir cualquier vestigio que queda (ya poco) de civilización.
Se hizo en el pasado se dice, si, ¿y de qué sirvió?. El carlismo entró en las instituciones pero al final hubo guerra contra ellas. Las urnas son un medio, que en nuestro caso y por desgracia, no nos sirve apenas para nada. Además entrar en las instituciones no te garantiza tampoco nada porque sólo supone jugar a su juego y con sus reglas y como en la guerra al enemigo se le debe imponer y no dejar que ellos nos impongan el suyo para que no cambie al final la situación en España.
Y no hay inoperancia por no estar dentro del sistema. Lo importante es seguir operativos engrosando filas dentro de nuestros modestos medios. Pocos pero leales a programas e ideales correctos y encima ancestrales. Además el sistema no nos quiere o nos quiere pero previamente renunciando a nuestro programa y entonces seríamos otra cosa, no carlistas.
¿Qué no conseguimos entrar por ahora en las instituciones del país?, (instituciones que hay que cambiar o alguna que otra directamente abolir), calma y paciencia, ahí sí entra la prudencia por cierto, no nos dejemos seducir por cantos de sirena, reinos de oro y piedras preciosas mostradas por el diablo para conseguir este luego que caigamos en sus garras. ¿Qué no lo conseguimos nunca?, lo dudo, pero no importa si no se consigue, pues el combate contra el »leviatán liberal» vale la pena porque el premio no tiene que ser exclusivamente terrenal. Un católico tiene que tener muy claro que vale más el premio celestial pues es de mayor importancia, más sustancioso y con ello maravilloso.
Resumiendo. Mi opinión es que cada persona de forma individual y personal puede hacer lo que quiera y colaborar con el que le dé la real gana pero de ahí a intentar insinuar que puede hacerlo también un colectivo político, obviamente renunciando antes a gran parte de su programa, va un mundo. En todo hay que tener unos principios y pactar con el enemigo liberal supondría perder gran parte, sino todos, de esos principios y con los principios va tras ellos el honor. Por eso no se pacta con liberales y con plutócratas se los combate y punto.