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3 de diciembre de 2022 0

El nuevo consumismo

(Por Javier Garisoain) –

¿En qué momento aceptamos ser llamados con ese término reduccionista, insultante y cosificador de “consumidores”? Sí, los humanos consumimos, claro, pero ¿a cuento de qué viene esta exaltación del consumo? ¿No será que alguien necesita mostrar el numero apabullante de “consumidores” para justificar su producción insostenible de basura? Además llamarnos consumidores es un insulto mentiroso pues la mayor parte de nuestras compras compulsivas, incentivadas por un marketing enloquecido, no son estrictamente consumidas o gastadas sino más bien derrochadas y desechadas como basura.

Hay un sistema económico, político y hasta filosófico consumista que nos está utilizando como excusa para producir más y más. No es verdad que necesitemos tantos “bienes de consumo”. Es manipulador e injusto tratar a las personas como si fuéramos una insaciable plaga de langosta. La gente normal, cuando no vive atosigada por una publicidad asfixiante, no siente la necesidad de comprar tantas cosas tan a menudo. Las compraría para que durasen si se fabricaran duraderas. Pero claro, eso supondría devolver la libertad a la gente.

Y es que esto va de libertad, que es una cosa mucho más trascendente que la elección del color de la carcasa de tu móvil condicionada por la publicidad subliminal y el marketing psicológico. El sistema ha sido articulado para proporcionar la sensación de que siempre puedes elegir. Entre varias marcas de refresco, entre varios tipos de papel higiénico, entre varias vacunas, entre varios partidos políticos… Lo que no puedes es no elegir, porque -recuerda- eres un consumidor. Tampoco puedes elegir algo fuera de catálogo. Porque no. Porque si haces eso te conviertes en un raro y un apestado.

Hay algo siniestro y deshumanizador en el término consumidor. Una palabra antes reservada para los drogodependientes que ahora, aplicada a la población general, sólo puede significar que somos un rebaño sin voluntad, adicto, obligado al consumo. Eso, el control, y no un mero enriquecimiento personal, es lo que pretenden quienes han planificado y alimentado este sistema.

Pero atentos al último giro de la mentira consumista con el llamado consumo responsable y otras milongas. Cuando la misma biosfera está acusando su rapiña son ellos, los destructores de la naturaleza, quienes orientan el marketing -el hipócrita eco-marketing- a la venta de aire limpio, de sensaciones sostenibles o de experiencias virtuales no contaminantes. Y así es como después de estar un siglo adquiriendo sus plásticos a lo loco pretenden que nos dediquemos a comprar sus etiquetados eco-nihilistas de forma cada vez más sumisa. Insisto, lo que quieren no es salvar el Planeta sino esclavizar a sus habitantes.

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