En busca de la España tradicional
La crisis catalana es una oportunidad. Así la están viendo los buenos catalanes que, desde Somatemps y otros reductos de catalanidad hispana, luchan por distanciarse tanto de los separatistas como de los separadores. Unos y otros son igualmente constitucionalistas porque rinden culto a constituciones paralelas. Ambos bandos propugnan un régimen igualmente partitocrático para cada uno de sus respectivos ámbitos territoriales. Todos ellos, antiespañoles los de la Moncloa, anticatalanes los de TV3, pugnan por ver quién dicta leyes más progres, por ver quién echa más tierra sobre el cadáver de las Españas.
Mientras tanto, el pueblo, esos jirones de sociedad -decir sociedad civil es una redundancia- que siguen adelante con su vida, su familia, su empresa, su cultura, es tentado por la propaganda del sistema para tomar partido por uno u otro de los bloques de “la casta”. Es inevitable que esa toma de partido se produzca. El día 21 de diciembre habrá muchos votos y los comités de los partidos los presentarán como adhesiones inquebrantables a sus respectivos programas, como cheques en blanco que el pueblo, una vez más, les otorga para hacer y deshacer. Lo que no es tan fácil de calibrar es el peso que la mencionada propaganda tiene en ese acto anodino del voto desesperanzado. Pase lo que pase nadie dará su vida por una urna, ni por la sede de un partido, nadie verá ahí más que paños calientes y formas de ir tirando.
El pueblo, la sociedad, lo poco o mucho que quede de gente normal, de seny, de sensatez, seguirá buscando en su tradición cuando se lo permita la manipulación histórica e ideológica. Ojalá que sepamos actuar, en Cataluña y en el resto de España, sin alimentar el enfrentamiento teatral de bandos ideológicos o de mafias territoriales. Porque esa es nuestra lucha, ahí tenemos que estar, ofreciendo con humildad un tesoro que no es nuestro sino de todos los Españoles.