Sí y no. La realidad es que hay muchos que dicen ahora sentirse engañados con Núñez Feijoo acerca del aborto provocado. Otros lo dijeron ya antes con Rajoy y otros con Aznar. Para que haya engaño pleno debería de haber un engañador y un engañado. Lo extraño de este caso es la existencia de engañados sin engañadores. El Partido Popular, por boca de su mismísimo presidente fundador Manuel Fraga, declaraba ya hace 37 años que no entraba en sus planes la derogación de la primera ley abortista del PSOE. Véase la noticia publicada por ABC el 7 de mayo de ese año. Por lo tanto ya entonces, el Partido Popular era un partido pro-muerte.
Por eso, más que engaño, lo que sucede es que nos enfrentamos a la maldad de la tibieza convertida en estrategia política. El malminorismo es así. Para los defensores de esta corriente utilitarista el fin justifica los medios, todo es negociable, no hay principios. Manuel Fraga, que pasa por ser un franquista inmovilista fue el inventor práctico del centrismo encuestista. Él mismo diseñó su partido de tal forma que, pasara lo que pasara, ocupara siempre la porción centrada (o sea, la más tibia y mediocre) del espectro sociológico electoral.