Jugando a vascos
(Por Zortzigarrentzale) –
Los medios de comunicación nos informan del conflicto surgido en Vitoria con motivo de la imposición a una recién nacido de su nombre. La familia deseaba que fuera Hazi. Pero tal término tiene, entre otras muchas, la acepción de “semen” y una juez ha decidido que la imponga otro nombre, de parecida fonética.
La familia no está conforme y piensa recurrir a instancias judiciales superiores.
Por parte de la familia lleva la reclamación la abuela de la criatura, cuyo apellido indica que se trata de una familia inmigrante en el País Vasco. Una familia de las que Sabino de Arana exigía “evitemos los vascos el mortal contagio” (Semanario la Patria)
Es muy curioso lo que está sucediendo en nuestra tierra con muchas familias inmigrantes. Desconocen nuestras tradiciones. Admiten como genuinamente vascas las normas inventadas por los separatistas. Y se convierten en los más ardientes defensores de las mismas. El que nos ocupa es uno de los muchos casos que se dan.
Em el País Vasco no ha habido nunca nombres vascos. La escritura la trajeron los romanos. El vascuence se conservó como la lengua hablada. Pero para los documentos oficiales se utilizo siempre el latín que pronto fue sustituido por las formas romances derivadas del mismo. A las personas se les imponían nombres cristianos iguales que en las demás regiones en que se hablaba el castellano. Después, en la conversación, se utilizaban otras formas. Del mismo modo que al Francisco le llamaban Paco o Quico, en los territorios de habla castellana, le llamaban Patxi en los de habla vasca.
A finales del siglo XIX, Sabino de Arana publicó su “Euzkotar Izendegia”. Daba una forma “vasca” al santoral de la Iglesia. Para ello partió de los nombres en la forma que tenían en su lengua original, les aplicó unas normas fonético-morfológicas. Algunas de esas normas ya eran usuales en el vascuence hablado. Otra se las inventó. Don Resurrección María de Azkue, rechazó el santoral sabiniano, rechazando las normas aplicadas por su autor, como contrarias a la morfología de la lengua vasca.
Como ejemplo de la elaboración de los nombres sabinianos mencionaremos el nombre “Luis”. Recurrió Sabino al germano antiguo de “Hlodwig”, del que derivan el “Louis” francés, el “Ludwig” alemán y el “Ludovicus” latino”. La “h” aspirada la convirtió en “k”. Entre ella y la “l” colocó una “o”. Lo mismo hizo entre la “d” y la “w”. La “g” final la hizo “k” y añadió una “a”. Salió así el nombre “Koldobika”.
A los nombres sabinianos el pueblo nacionalista añadió los mitológicos que aparecen en la novela “Amaya o los vascos en el siglo VII” de Villoslada. Más adiciones: las aportadas por eruditos respecto a nombres vascos anteriores al cristianismo. Y finalmente los que resultan del capricho de los padres del recién nacido.
Todo ello es novedad Y todo ello nos lo quieren hacer pasar como genuinamente vasco. Y, en muchas ocasiones, son familias venidas de fuera las que con más entusiasmo quieren hacernos pasar por vasco, lo que no es más que producto de imaginaciones calenturientas.