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Juventud para Cristo

Artículo publicado en el nº 779 de la revista Siempre P´Alante, el 1 de marzo de 2017, página 15.

Me mataréis, pero Cristo triunfará.

Estas palabras las escuchaba hace poco a un sacerdote al concluir la celebración Eucarística, mencionando el

nombre de quien las pronunció: Antonio Molle Lazo. Causo en mí una honda impresión, pues pocas veces oímos de labiosde un sacerdote palabras tan alentadoras y sentidas como las que pronuncio este al concluir la celebración.

Intrigado por saber más sobre quien las dijo, empecé a buscar en Internet más sobre aquel Antonio Molle que había mencionado el sacerdote. Después de horas de mirar páginas, encontré lo que buscaba, y me llevé una grata sorpresa. Estas palabras fueron pronunciadas por un joven requeté momentos antes de morir a manos de sus verdugos, pobres ignorantes ellos, pero envenenados por años de propaganda marxista.

Me causó honda impresión, repito, el ver la entereza con que afrontó sus últimos momentos, después de ser brutalmente mutilado, mientras se le invitaba a abjurar de su fe y de su Patria. Todo un ejemplo de aquella juventud española que, durante la Cruzada Nacional, supo servir a Dios y a la Patria sin importarle vida y hacienda, llegando a derramar su sangre por tan nobles ideales.

Dicen que las comparaciones son odiosas, pero si vemos el ejemplo del joven Antonio Molle con la realidad de nuestra juventud actual, ciertamente el panorama no es más desalentador. No ya porque la juventud esté totalmente narcotizada por el consumismo, sino que incluso la que dice ser y llamarse católica vive totalmente ajena a los principios de la fe que dice profesar. Qué diferencia entre el piadoso Antonio Molle y los actuales jóvenes católicos a quienes, para retenerlos en las parroquias, más a la fuerza que por convicción, se les proponen actividades poco o nada edificantes, aunque barnizadas con tintes litúrgicos para que no se diga que no son practicantes. Esta juventud cristiana está a años luz de aquella que vivió Antonio Molle, aunque de todo habríaevidentemente, pero de la que él fue sumejor representante. Hoy no les hables a los jóvenes de novenas, virtudes, castidad,honor, amor a la Patria…, que se ríen del pobre sacerdote que se lo proponga, y se buscan otra parroquia más a su gusto con convivencias, reuniones, conciertos, encuentros…,que son más parecidos a lo que la sociedad civil les ofrece, pero, como repito, con un tinte eclesial más o menos acentuado.

¿Resignación? ¿Apatía? ¿Rendición? Puede que así sea para algunos sacerdotes la sensación que genera esta situación. Sin embargo, ahí está el ejemplo de Antonio Molle, como también el de otros jóvenes seglares o sacerdotes, que entregaron su vida con generosidad porque habían encontrado en Cristo la razón de ser de todasu vida. Y es que, al contrario de lo que vienen siendo las catequesis de nuestros días, el puntal de toda vida cristiana es elencuentro personal con Cristo, un encuentro que nace del amor a la Eucaristía, presencia real y sustancial del Dios hecho Hombre, y que debería ser el centro de toda formación religiosa. Quien se encuentra con Cristo en la Eucaristía, como fue el caso de Antonio Molle, crece en el amor a María, a la Iglesia y a la Patria, pero también en el ejercicio de aquellas virtudes que tanto se echa de menos en nuestra juventud como la castidad, humildad, pureza, obediencia, amor a los padres, perdón…, que han sido sustituidas por otros valores más “cívicos” que se imparten en nuestras catequesis, como la solidaridad, el amor, la felicidad…, que sin Cristo están muertas y vacías.

Antonio Molle Lazo me ha sorprendido, pero más aún su ejemplo de espiritualidad y amor a la Patria, pero también de perdón y paz. Qué buen ejemplo para proponer a nuestra juventud cristiana, tan necesitada de modelos de santidad como lo eran santa María Goretti o san Luis Gonzaga para nuestros padres y abuelos, y de los ya nadie se acuerda ni en el mundo ni en la Iglesia. La Juventud para Cristo, hermoso ideal que llevó hasta el extremo este joven requeté a quien tanto admiro.

Godofredo

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