La amistad no está de moda
Dentro de todo lo malo que nos está suponiendo esta crisis del coronavirus, surgió algo positivo y era lo que sucedía en el aula del centro escolar de la más pequeña de mis hijos.
Desde hace ya unos cuantos años, por lo menos desde que llevo yo a mis hijos a los distintos colegios, una medida que me llamó la atención y no positivamente es una forma de actuar de los mismos. La norma no se si escrita o no, referente a la amistad, al compañerismo y a la sociabilización del alumnado.
Al igual que los hijos se forman en la familia, también es cierto que los niños necesitan del juego de la amistad, de aprender, que de eso se trata, de aprender a tratar al compañero de conocerlo de aceptarlo hasta llegar a lo más alto a lo sobresaliente, que es la amistad. Siempre se ha dicho que el que tiene un amigo tiene un tesoro y que los amigos se cuentan con los dedos de una mano.
Pues bien, si algo bueno traía este virus, era que en el aula de mi hija la masificación desapareció y, la clase que consta de una veintena de alumna las dividen y van la mitad un día y al día siguiente la otra mitad. Ayer tuvimos tutoría telemática, nos comentan las novedades, la marcha del curso y las normas que van surgiendo. Perfecto, es lo que hay, nos informan de lo bien que se llevan las niñas, que se han hecho una piña, que están contentísimas y que no quieren separarse. Mas tenemos el pero, el centro piensa que es mejor que conozcan al resto de compañeras y piensan desbaratar lo hecho y volverlas a mezclar, separar a las que ya se han hecho amigas y mezclarlas con otras nuevas.
Prima como he visto en los distintos centros escolares, el “conocer” a muchos compañeros sobre la verdadera amistad, priman las relaciones públicas.
Prima esa norma, que cada dos años en los centros escolares por los que pasaron mis hijos, se separen los amigos que ya se han hecho anteriormente y, mezclarlos con otros nuevos sin dejar que la amistad se consolidara, cuajara y, se cimentara. Nos quieren desapegados, ¿cómo un niño que, año tras año lo separan de sus amigos, puede aprender a darse?, ¿para que?.
Mañana no estará ese amiguito, no tiene interés en conocer, en el más amplio sentido de la palabra, al compañero.
Las amistades de antes eran para siempre, mi madre ha tenido amigas que duraron desde la más tierna infancia, pero esto ya no ocurre y, esto no es bueno, también es malo, malísimo para la escuela de la vida cuando el joven quiere formar una familia, el músculo del corazón no lo tiene en forma, está sin ejercitar, aprenden que es mejor ampliar el abanico de conocidos. Así es más difícil aprender que un marido o mujer son para siempre. No, Piensan que no es bueno quedarse siempre con el mismo amigo para toda una vida, pues parece que no enriquece si no todo lo contrario.
Creo que es un gran error estas formas de hacer. Pienso que debemos primar la entrega, la generosidad contra un egoísmo no pensado pero sí fomentado y que, sin querer, se va interiorizando pues es muy difícil querer y dejar de querer, duele, te genera dolor y eso no lo queremos.
Me gustaría que esto cambiase y que viéramos que la estabilidad es buena para la amistad y la relaciones personales y me gustaría que los centros de enseñanza viesen esto, así lo pienso y así lo escribo.
Un buen amigo siempre estará a tu lado, en los buenos y en los malos momentos, estará allí de forma desinteresada, sin exigencias, sin esperar nada. Un buen amigo te abrazará cuando estés triste y secará tus lagrimas, del mismo modo que te sacará tu mejor sonrisa, celebrará tus logros, te acompañará en tus fracasos y permanecerá a tu lado cuando el mundo te de la espalda. Por Marta Thomen Bastardas