Icono del sitio Ahora Información

La compra de votos

(Por Carlos Ibáñez) –

Los medios de comunicación han dedicado recientemente amplios espacios a la compra de votos, detectada en Melilla y otras localidades.

Ello me ha recordado lo que me contaba mi padre (q. e. p. d.). Era la primera vez que votaba. Por tanto, ocurrió hacia 1915. Fue a votar con otros tres hermanos mayores que él. Después de que depositó su voto el hermano mayor le indicó:

– Coge el dinero.

– ¿Vosotros también cobráis? – preguntó extrañado el comprador de los votos.

– Como todos los demás – replicó mi tío.

Pagaban treinta duros (de plata) por cada voto. Mi padre recibió las seiscientas pesetas.

El pago se efectuaba a pie de urna. La compra-venta de votos se hacía a ojos vistas de todos. No se ocultaba.

Actualmente está prohibida. Pero la picaresca ha encontrado un camino para llevarla a cabo: el voto por correo.

Hay otra compra de votos que se lleva a cabo desde el gobierno. De ella no nos ocuparemos hoy.

Indudablemente, el que compra – como el que compraba hace cien años- los votos, está realizando una inversión. Espera obtener un cargo público desde el que pueda obtener unos beneficios que hagan rentable el gasto. Y esos beneficios sólo pueden salir del erario público. Es decir: de los impuestos que pagamos los ciudadanos.

La clase política esquilma al pueblo en su beneficio.

Nos viene a la memoria lo ocurrido en los inicios de la democracia. Seguían en vigor los conciertos económicos de Álava y Navarra, que hacían de ambas provincias un paraíso fiscal. Se esperaba la restauración de los conciertos de Vizcaya y Guipúzcoa. En la prensa salió un comentario de los socialistas: “El PSOE apoyará los conciertos económicos siempre que no signifiquen un paraíso fiscal”. Es decir: nada que suponga una rebaja de impuestos.

Y es que el PSOE se ha distinguido siempre por elevar los impuestos. Los políticos socialistas se han distinguido siempre por su avidez crematística. Ello es lógico. En dicho partido abundan las personas de condición modesta. Para ellos, alcanzar un cargo político supone un ascenso en la escala social. Ascenso que ha de ser acompañado de una mejora de su situación económica. Por eso donde gobierna el PSOE se crean muchos cargos y bien remunerados. No pretendemos atribuir a ese partido la exclusiva de la avidez de fondos públicos. Todos nacemos con el pecado original. Pero es el partido en el que con más frecuencia se dan los casos de corrupción.

La democracia actual está afectada de ese mal: vulnerabilidad de la administración ante la codicia de los gobernantes. En la España tradicional de daban también casos de corrupción. Pero en un grado muchísimo menor. Si queremos un sistema político en que el pueblo participe en la gestión de los asuntos públicos, inspirémonos en las instituciones públicas de la España tradicional. Abandonemos este sistema que, en los años que lleva en vigor, ha dado numerosísimas pruebas de ser una fuente de corrupción. El pueblo español la está pagando. Son muchísimos los hogares que no pueden llegar a fin  de mes. El elevado coste de la vivienda, las dificultades de las jóvenes parejas para casarse, etc. Son evidentes pruebas de lo que da de sí un sistema político que pone los cargos públicos al alcance de los codiciosos.

Salir de la versión móvil