La cruz de Borgoña o de San Andrés
(Editorial de la revista Ahora información nº154)
La Hispanidad lo tiene todo, es una realidad viva, con una hermandad internacional amplísima, con un pasado glorioso, con unos ideales y un surtido de modelos diversos dispuestos para inspirar toda clase de liderazgos políticos, culturales, sociales y espirituales. Y tiene hasta un emblema, un símbolo corporativo sencillo y hermoso como pocos imperios en el mundo han lucido: la cruz de San Andrés en su versión borgoñona.
En el mundo de la imagen y las redes sociales disponer de un emblema corporativo atractivo es algo básico. Las grandes corporaciones económicas dedican sumas ingentes de dinero hasta que consiguen un diseño que sea capaz de cubrir sus expectativas. Pues bien, la Hispanidad ya lo tiene. Sea cual sea la parte del mundo que se visite, allí donde se encuentre un aspa borgoñona sabemos que hay algo que tiene que ver con la Hispanidad. El aspa fue, en su origen remoto, una cruz para un apóstol, locura para los paganos e instrumento para exponer al fiel testigo San Andrés a la vista de los incrédulos. Es un símbolo martirial, teñido de rojo porque es un símbolo exigente.
El Carlismo supo recoger del abandono esta bendita cruz de San Andrés en los años oscuros de la segunda república, en aquel momento se trataba de una bandera caída y pisoteada. Rota después de la destrucción masónica de la unidad hispana. No sabemos hasta qué punto fue aquello un gesto consciente o si se trató en algún momento tan sólo de reivindicar un pasado heroico para los entonces nuevos requetés. El caso es que la borgoñota cuajó con tanta fuerza en el carácter carlista que todo el mundo dio por hecho que había pasado a ser el símbolo de un partido. Nada más lejos de nuestra intención. La cruz de Borgoña no es propiedad privada de los carlistas, no es el logotipo de ningún partido, no es una pegatina electoral. Es la vieja y nueva bandera de los viejos y de los nuevos tercios. Es la bandera de los millones de almas que hablamos y rezamos en español. Ya se está levantando, pueblo a pueblo, en todos los rincones de la Hispanidad. Está llamada a tener un papel protagonista.