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19 de junio de 2019 0 / /

La derecha que no será

El artículo anterior trató de brindar una breve explicación al hecho de la inexistencia de una fuerza política nacional inequívocamente ubicada a la derecha del espectro político en la democracia argentina. Hoy trataremos sobre por qué es tan difícil que esta surja y, aún más, que se mantenga en el tiempo. Así también, al haber otorgado una amplia propuesta explicativa, el post dejó algunos puntos “por la mitad” y pudo haber generado otros a modo de “extras”. Metámonos un poco en algunos de ellos.

Primeramente, quiero profundizar un poco en un fenómeno reciente. Aparentemente, las alianzas “interclases” inconsistentes inicialmente generadas podrían haber comenzado parcialmente a resolverse en los últimos años.

¿Cómo vemos esto? Por empezar, ya el menemismo fue un ejemplo de hartazgo Vaysia contra el progresismo alfonsinista. Incluso, fue acompañado por referentes Optimates como la UCD y su destacable líder, el ingeniero Álvaro Alsogaray ¿Qué fue el menemismo? Bueno, sin dudas fue la demostración de lo exitosa que es la maquina populista peronista, capaz de adaptarse incluso a las situaciones más adversas. Un liderazgo fugazmente surgido que supo leer exitosamente la coyuntura y capitalizarla. Fue la intersección entre una tendencia internacional, en contexto de final de la Guerra Fría, favorable hacia una liberalización de la economía que se conjugó con la reacción Vaysia hacia el progresismo radical. Décadas de explotación incesante ¿Qué más necesitaban los Vaysia para abandonar el progresismo? Podríamos decir, quizá pecando un poco de historicismo, que una hiperinflación. El menemismo pareció ser, por fin, una alianza efectivamente OV, con un liderazgo que entendió que el momento era favorable a estos últimos, y unos Optimates (UCD) que supieron maniobrar, acoplarse e influir. Aunque no pudieron, al poco tiempo, evitar ser absorbidos por su propia creación.

Esto nos lleva a otro punto. Un error en el que ningún partido derechista que quiera consolidarse como tal debe caer es la integración coalicional o alianza con progresistas o populistas. La UCD es el mayor caso histórico hasta la fecha del partido que pudo ser y, sin embargo, no fue ¿Por qué? Fueron absorbidos por el populismo, se convirtieron en parte del sistema. Si un partido derechista verdaderamente quiere representar una alternativa, debe desmarcarse radicalmente de toda la política existente. Si intentas ser diferente, aliarte, al menos cuando estas en formación, es firmar tu sentencia de muerte. Tu rol, en tanto intento de partido Vaysia, un genuino partido de la clase media, es extraerlos y divorciarlos definitivamente de las fuerzas políticas existentes y llevarlos hacia tu lado, no engrosar sus filas uniéndoteles.

Retomemos. Como sucede en democracia, al fracaso del experimento iniciado por un gobierno relativamente conservador, siguió otro profundamente izquierdista ¿Qué más podemos decir sobre el kirchnerismo de lo que la realidad nos cuenta? Ocupémonos de los nuestro. A su sucesión, siguió el engaño de Cambiemos, donde una fuerza del progresismo internacional logró llevarse a los Vaysia. Hoy, su rechazo se muestra nuevamente hasta el punto de permitir intentos alternativos de canalizarlo políticamente. Quizá este alineamiento de alianzas se complete y, ahora ya en ausencia de Optimates comandando fuerzas militares, sea el puntapié inicial para la consolidación de una fuerza política nacional inequívocamente derechista. Pero ojalá que ese no sea el caso. Hay que ser demasiado neoboomer para creer que un gobierno derechista podría sacarnos adelante democráticamente del abismo causado por la propia democracia.

Vayamos al punto. En mi opinión, un partido concreto, de alcance nacional y que inequívocamente se posicione en la derecha del espectro político no va a surgir hasta que se produzca el realineamiento natural de las castas enfrentadas por la democracia.

¿Por qué no puede surgir un partido de derecha? Una primera posibilidad sería que el peronismo culmine su desaparición. Veamos la situación actual. El populismo expropiador está ubicado en una izquierda cuasi-marxista ¿Quién está en frente suyo? -Bueno, realmente nadie, pero entrando en la lógica del juego- Pareciera ser que el progresismo de Cambiemos ¿Cuál es el problema con esto? Que es el espanto generado por el monstruo populista lo que lleva a los Vaysia a brindar su apoyo a sus verdugos progresistas. Vamos, Cambiemos es solo radicalismo. Así, partidos incipientes que quieran integrarse al sistema para canalizar ese voto Vaysia son disueltos y absorbidos por la implícita lógica dialéctica del asunto. Esto nos lleva a concluir que solamente, quizá, tal vez, cuando sean saldadas las cuentas entre la izquierda populista nacional y el progresismo internacional, pueda consolidarse una genuina fuerza derechista ¿Cuántas décadas crees que esto tomará? Este puede ser un buen momento para dejar de creer en la democracia -de hecho, siempre lo es.

No obstante, no desesperes -no aún-, parece haber otra forma. Si los Vaysia logran ver que el populismo es apenas un verdugo mayor que el progresismo, quizá ya ningún espanto alcance para mantenerlos cautivos. Si lo vemos así, pareciese que, con el suficiente trabajo político, quizá una fuerza derechista puede efectivamente surgir. Todavía más si ambas situaciones se conjugan. Imaginemos un escenario donde el progresismo vence al populismo ¿Qué obtendríamos? Demócratas vs republicanos –y no hace falta mencionar lo penoso que esto sería- ¿Y si el populismo vence completamente al progresismo? Bueno, para que eso ocurra, los Vaysia deberían abandonar formalmente al progresismo en la política. Pero, esperen un momento. Eso es justamente lo que no pasa. Si el progresismo aún no se ha desplomado en la arena política es porque los Vaysia los siguen sosteniendo ¿Hasta cuándo? Pues este es el eje del asunto. El problema mayor no es el populismo, es el progresismo o, más bien, el hecho de que nosotros sigamos apoyándolos. Los progresistas deben desaparecer de la arena política. Quizá eso otorgue una buena oportunidad. Y no. Con esto no estoy diciendo que prefiero a los populistas. Lo que estoy diciendo es que estamos entre la espada y la pared ¿Cómo salir? Bueno, la pared está allí, no puedes simplemente tirarla abajo, excepto que tengas un martillo muy grande ¿Dictadura? ¿Qué más podemos perder? Sin embargo, algo más “nuevo” que si puedes intentar es derrotar a quien te apunta con la espada ¿Cómo? Dejando que se estrelle contra la pared ¿Logró descifrar quién es quién?

El progresismo, los Brahmanes, jamás dejaran de apuntar contra nosotros y el populismo local es un muro impenetrable. Pero ¿Y si ambos son espadas? ¿Y si ambos son paredes? Permíteme plantearte una verdadera duda: ¿Y si realmente hay dos espadas y una pared? ¿Quiénes serían? Si respondió que el progresismo y el populismo son las espadas de los ladrones que nos están saqueando compulsivamente y la democracia es el muro que no nos deja escapar y nos mantiene acorralados, entonces acertó ¡Felicidades!

Realmente, si al final de este post sigues creyendo en la democracia, he fracasado. La verdad es que ella misma se nos revela como la verdadera enemiga por su propio merito. Y si no lo vemos, entonces somos nosotros quienes nos dejamos engañar.

La realidad es que la democracia nos posiciona en un “zugzwang”. En ajedrez, un jugador está en posición de “zugzwang” cuando necesariamente todo movimiento permitido que realice lo pone en una situación peor ¿Votas populismo? Estarás peor ¿Votas progresismo? Estarás peor ¿Votarás terceros partidos? Nada cambiará ¿Anularás el voto? Equivale a no hacer nada. Y este es justamente el punto. Volvamos al ajedrez, cuando estas en “zugzwang” ¿Qué puedes hacer al respecto? Nada. Solo esperar a que el oponente se equivoque ¿Mientras tanto? Pues, nada más que dejarte devorar. Tú simplemente no tienes el control, no estás en posición de hacer nada. La realidad es esta, si no estás en posición de hacer algo, entonces no lo hagas ¿Cuál es una posible solución? Violar las reglas y mover ilegalmente ¿Otra? Patear el tablero y terminar la partida ¿Muy drástico? ¿Inviable, quizá? Ok. En ajedrez, si hay algo más que puedes intentar cuando estas en “zugzwang”: Empeorar intencionalmente para luego mejorar ¿Masoquismo? Puede ser. Pero ¿Qué más puedes hacer? Si estás seguro de tener un buen plan, si tienes cierta garantía de que luego podrás revertir la situación, entonces adelante, mueve tu pieza, entrégala, y luego contraataca ¿Cómo aplicamos esto a la democracia? Deja que el progresismo, tu falso aliado, se hunda en lo más recóndito del cesto de basura democrático y luego salta a la acción.

Quizá, mediante alguna combinación de las formas y situaciones planteadas, pueda surgir el partido derechista que tantos neoboomers ansían. Pero, mi querido amigo derechista -y posiblemente neoboomer- aún cuando efectivamente surgiese una fuerza política nacional inequívocamente ubicada a la derecha del espectro político, no tendría demasiado futuro. Y ni siquiera me explayaré explicando que esto se debe a que los políticos no gobiernan. Su objetivo está perdido incluso estadísticamente por la fórmula que ninguna derecha puede quebrar: La pobreza infantil ya supera el 50%. La crudeza de la realidad es insoslayable. La democracia nos ha pasado factura ¿Aun sigues creyendo en ella?

Y, bueno, la pregunta del millón ¿Adivinen de qué lado van a estar?… El sistema es completamente eficiente. El partido enemigo está en creciente y constante reproducción. Nosotros, Vaysias y Optimates, venimos en decadencia brutal. La clase media es cada vez menor. En un efecto contrario al de un embudo, es decir, en uno en forma de horquilla, una bifurcación, el medio se está dividiendo. Buena parte de los Vaysia pierde ante la explotación, se empobrece y cede ante ella. Tienden, en consecuencia, a convertirse en Dalits. Por el otro lado, los pocos Vaysia que logran ser exitosos se convierten en Brahmanes ¿Y los Optimates? Bien, gracias.

Nuestro breve repaso histórico anterior puede aportar algo importante, y es que, históricamente, es posible ver una clara relación lineal entre el éxito Vaysia y el éxito del país. Cuando ellos mandaban, liderados por los honorables Optimates de la Vieja Republica, esta nación se convirtió en el único rival considerable del Leviathan americano de este lado de Greenwich. Argentina, en algún momento, fue un país desarrollado. Y sí. Lo contrario también es válido. La disminución Vaysia se condice igualmente con la decadencia del país. Usted puede observar un paralelismo claramente evidente entre el declive OV y nuestro creciente malestar ¿Causalidad o casualidad? Como sea, quiero repetirme: La democracia no es la solución.

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