Libre y soberano
Unas notas sobre un suceso de actualidad que, sin necesidad de entrar en el particular, es muy ilustrativo sobre temas de mayor altura:
Un juzgado anula una venta fraudulenta y manda devolver lo indebidamente comprado a su escenario original. Como en mil resoluciones más, el juzgado ordena a las fuerzas de orden que ejecuten la sentencia.
Cargos públicos, dizque representantes del pueblo, a los que se les supone una mínima formación, dicen que “el estado se incauta de un botín de guerra”. Decenas de personas claman contra el “expolio” secundando a los cargos públicos que dicen esas cosas. No dudan un ápice de que están siendo expoliados.
Eso hoy, con una sentencia pública y publicada en todos lados, con cientos de medios explicándolo todo. Y se les cree. Ya saben, la sociedad de la información, la generación mejor preparada, tal.
A cargos públicos de ese pelaje y catadura (de todas las siglas, ojo), con el apoyo de esas personas que les siguen, les queremos dar autoridad sobre “la verdad” y “la memoria”. Que puedan ¡imponer! no sólo la “verdad oficial” de lo que sucedió hace x años, sino incluso lo que se puede y no se puede decir que sucedió hace x años. A gente de este pelaje se les aplaude cuando dicen que lo que ellos digan ha de quedar por encima de sentencias judiciales dictadas hace x años. A gente de este pelaje les damos plenos poderes para que decidan qué es obligatorio que nuestros hijos repitan sin asomo de crítica.
Si no entiende el silogismo, no me cabe duda de que apoya la constitución de comisiones de “la verdad” o “la memoria” y clama contra el “expolio”.
Y vota, eso seguro. Porque es usted libre. Libérrimo. Y soberano.