No confío en el sistema judicial
Es nuestro deber defendernos con uñas y dientes frente a la dictadura relativista que avanza. Y eso incluye el recurso a los tribunales cuando proceda. Me admiran, lo digo sinceramente, los buenos católicos, grupos, asociaciones o pequeños partidos, que se han especializado en batallar en esas batallas judiciales. Y que todavía, a veces, dan la sensación de tener confianza en el sistema judicial.
Cada cual, cada persona, cada familia y cada organización verá en conciencia qué clase de batalla le compensa librar. Todo suma. Pero no seamos ingenuos, que el sentido común, una vez que se pierde, no se recupera sin sufrimiento. La justicia lleva mucho tiempo sometida al rodillo del positivismo, al mantra rajoyano de “la ley es la ley”, y al ministerio de justicia, claro. Llevamos demasiado tiempo asistiendo al espectáculo penoso de sentencias injustas, que dejan impunes los ataques a lo más sagrado, que no protegen a la familia. Todo maquina en contra del sentido común, algo muchísimo más importante para un juez que el Boletín Oficial del Estado. En este ambiente resulta muy complicado para un juez decente sentenciar en contra de lo políticamente correcto. Recordemos la tortura a la que fue sometido el juez Ferrín, por ejemplo. Y no es el único. Por todo ello debo reconocer que no me veo “pidiendo amparo” al tribunal constitucional. ¿Pidiendo amparo? Ya llegará el día en que serán esos señores jueces los que tengan que pedir amparo a los carlistas.