(Por José Fermín Garralda)-
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La actual agresión sistemática contra nuestros monumentos, se sitúa dentro de la estrategia de manipulación marxista para llegar al poder y perpetuarse en él. Ahora se añade como comodín para desviar la atención de la corrupción del PSOE. Divertimento ideológico para algunos, para la gente es una tragedia. España es el lugar preferido por vencer al comunismo y por su reconstrucción posterior, por su significado en la Historia, por ser madre de las Américas, por su situación geográfica, y por su enorme potencial de todo tipo.
Esta estrategia de manipulación evidencia el objetivo de las actuales agresiones contra todas las cruces en España, el Valle de los Caídos en Madrid, y el monumento de Navarra a sus muertos en la Cruzada.
La manipulación de un comunismo basado en la mentira, se practicó durante nuestra guerra, luego en la Guerra Fría, y se agudizó cuando Carrillo y la Pasionaria llegaron a España desde la URSS. El antifranquismo se convirtió en un talismán, y UCD, PP y la Conferencia Episcopal… se entregaron totalmente como si tuviesen que avergonzarse de algo y apostaron por una falsa paz que ha devenido en tragedia.
El asalto final orquestado comenzó de repente, añadiendo hoy la necesidad de desviar la corrupción del PSOE. Los cinco puntos de la estrategia son los siguientes.
Primero. La Revolución “progre” (marxista) se presentó como un mesías político, limpia y escondida en una lógica pseudorreligiosa. Calla sin rubor sus grandes culpas. Enfatiza el mal ajeno que manipula y recrea.
Vean tres de sus trampas: 1ª Demoniza todo de la España anterior a 1978, que cataloga de franquista, sobre todo los pantanos. ¿Lo vemos en Valencia? 2ª Confunde el monumento de Navarra con la exaltación del franquismo, aunque no verán signo alguno que lo muestre, conforme a la voluntad expresa de la Diputación Foral. Sepan que el monumento se levantó al esfuerzo heroico de gran parte de la Navarra frente al comunismo, y a su elevadísimo número de muertos en el frente de batalla. Sólo el odio Talibán puede destruir, mutilar o desvirtuar las construcciones levantadas por dos generaciones. 3ª. Desde 1939 todo estaría podrido. Idealizada la IIª República, los salvadores del nuevo Frente Popular (PNV incluido) traerán la Tercera, ocultando y mintiendo, con revancha y trampas, todo tipo de miserias, la sangre del terrorismo de ETA y la muerte del 11M y el desastre de Valencia. El PNV se aprovecha de ésta fuerza marxista, oculta las matanzas en sus barcos prisión y cárceles en Bilbao…, y calla todo de él y sus aliados mientras se miente sobre los nacionales.
Se ha desmontado la leyenda negra contra el Valle de los Caídos (Blanco 2009, Bárcena 2015…), pero aquí no interesa la lógica racional. Ahora crean otra leyenda negra, con saña, contra el monumento de Navarra, manejando con éxito y gráficamente asesinatos de retaguardia condenables por todos, que nunca debieran anular la memoria del heroísmo de la generalidad de Navarra y la nobleza e integridad de sus combatientes en el frente de batalla. Confundir es muy viejo y feo. Tras las inicuas exhumaciones de 2016 y la grave responsabilidad del arzobispado en ellas, hoy han pactado destruir parte del monumento, y la “desaparición y demolición de criptas en las que estuvieron enterrados los golpistas”. Esto es odio y saña…, a la vez que no se condena el terrorismo etarra y se apoya a quien lo aplaude.
Han creado un monotema. Provocan un hartazgo para que explote. Machacan de forma burda en medios escritos, audiovisuales, y declaraciones de intenciones, que a la gente le produce angustia, impotencia y miedo. La situación es orwelliana.
Durante décadas, quienes debieran intervenir, callaban. Paralizados por no querer líos en democracia, rinden tributo al qué dirán, y siguen la táctica del avestruz, creyendo que todos buscan una “sincera reconciliación y una paz verdadera” (Sr. Arzobispo de Pamplona, 2003). Pues no, Sres. obispos, lo que quiere el nuevo Frente Popular de facto es humillar, vencer, perpetuarse y lograr todos sus objetivos, incluir a Navarra en Euskadi para siempre, y blanquear a ETA y los GAL del PSOE.
Piensen todos, incluido el Sr. Arzobispo: ¿qué no dirían unos y otros si el monumento de Navarra estuviese dedicado a los milicianos, brigadistas, y gudaris?
Segundo. Los Gobiernos y administraciones públicas subsidian y mantienen asociaciones privadas de agitación y trabajo para mil actividades como buscadores de yacimientos, charlistas, premios, gastos para obras, prensa y editoriales, el primer museo del horror en todo un palacio del marqués de Rozalejo, otro segundo en el monumento para que todos desfilen por él. Orwelliano hasta la náusea… pero, amigos, aquí circula dinero, mucho dinero.
Tercero: victimización. Hacen ver que las víctimas sólo estuvieron en un bando, al que todo se le justifica, queda libre de toda culpa, es heroico, se le blinda para no ser criticado, y al contradictor se le convierte en agresor y cómplice. ¿Sus resortes?: mantener la ignorancia, seleccionar el mal, exagerarlo, aislarlo, y proyectar culpas en el presente. Un lamentable silencio cómplice les hace siempre el juego.
Cuarto. Las minorías ideológicas aparentan ser una mayoría social, buscando con ello la legitimación psicológica. Han logrado la paralización social fruto de la comodidad, no querer líos y evitar agresiones, y la sombra del miedo a ser señalado en pancartas y prensa. Les favorece la incompleta reacción por la exposición blasfema de 2015, así como el lavado de cerebro fruto de la demagogia y de escuchar un solo mensaje durante décadas sin hacer nada por el llamado relato.
Quinto. Consolidar lo logrado copando las instituciones públicas, incluidos los tribunales. Quitado el disfraz, se ve la revancha, esta genera odio y una lucha de clases considerada como el motor de la Historia. ¡Y lo mal que se está portando el arzobispado con el monumento y lo que aún queda de él…! Miren, toda esta mascarada tiene varios errores de origen, incluido que la impulse Bildu, que no condena los asesinatos de ETA, y ser comodín para tapar la corrupción de su aliado el PSOE. Pero aquí no está todo dicho.
José Fermín Garralda
Publicado en “Siempre P’alante”, Epoca IIª, nº 36 (1-XII-2024)