¿Qué hace don Felipe de Borbón ante el golpista Sánchez?
(Por José Fermín Garralda)-
DUELE vivir en el país de la trampa, en el ingobernable solar ibérico, y en una sociedad amiga por abandono de las peligrosísimas últimas opciones. Dicen que así está España y los españoles, pero me resisto a reconocer en esto a nuestra Patria. Fue certera la dicotomía de España y la anti-España de los vendepatrias.
Estamos en el asalto socialista al Estado liberal que le dio el ser y el poder: ahora en 2023 o nunca. Toda la maquinaria socialista está en acción. Como en 1934, pero de otra manera. Hoy todo es más sutil y miserable. Pero tampoco nosotros somos tontos. El egoísmo y la falsedad son tales que nadie -a excepción del sano pueblo español que aún queda- se juega nada salvo cuando puede quitar algo a los demás.
Leo que hay un grave conflicto entre el socialista Pedro Sánchez y don Felipe de Borbón, porque éste último -dicen- no quiere firmar la amnistía de Puigdemont y sus secuaces. Sánchez es un presidente en funciones y con mínimos poderes, que necesita la amnistía para poder presentarse a la investidura como presidente del Estado al que pretende destruir. Y ello a pesar de perder las elecciones, por detrás de Núñez Feijóo, que le ha ganado, aunque tampoco éste tenga mayoría absoluta. Ya hubo otra amnistía a los golpistas en circunstancias menos clamorosas: hacerlo una vez, y dejarles, fue para que lo repitiesen y siempre para peor.
Antes de mostrar lo clarividentes que eran los políticos tradicionalistas sobre varios puntos que rondan esta cuestión, aclaro algunas cuestiones para convencer a los liberales conservadores de la calamidad y contradicción de su postura. Yo no sé qué hará don Felipe de Borbón, pero sí sé que esto que está ocurriendo demuestra la miseria del sistema de 1978.
1- La llamada izquierda “progre” tiene vía libre para todas las barbaridades, y la llamada derecha “acomplejada” siempre se ata las manos. Como cuando Gil Robles ganó las elecciones en noviembre de 1933 y, a pesar de ello, no gobernó. ¿Por qué ocurre esto?: pues porque por comodidad y por vivir siempre de las rentas espirituales que continuamente dilapidan por dejación, los liberales conservadores abandonaron la calle a quienes diciéndose “progresistas” son realmente el paganismo.
Hoy, a pesar de lo que está ocurriendo, seguimos en nuestras casas. ¿Por qué?: porque nos han acostumbrado a la dejación comodona y acomplejada en nombre de la “democracia”. Un sistema, que por otra parte inclina todo a la corrupción que lamentamos. Este conservadurismo es lo más contrario al heroísmo y fortaleza de los carlistas de siempre, que sabían por qué vivían y por Quien apostaban. La historia está llena de ejemplos.
2- Proponer la amnistía para la firma, y firmar la amnistía de golpistas en circunstancias postelectorales con el objeto de acceder al Gobierno, es prevaricación, corrupción y más aún. Me dice un amigo que las Cortes ya están constituidas, y, que es el Gobierno y no las Cortes el que está en funciones. En caso de urgencia, Pedro Sánchez podría dictar un decreto ley, pero las Cortes deberían convalidarlo en el plazo de 30 días y, tras ello, ser sancionado obligatoriamente por don Felipe de Borbón.
Ahora bien, le añado: Sánchez tendrá que demostrar sin recurrir a votos (aunque al final estos mandan) que dicho decreto ley es urgente. Y, desde luego, sí lo es para que él pueda ser investido, pero no para España. Un decreto ley emitido con esta finalidad -lo que es evidente salvo que los votos digan que “no lo es”- ¿no es prevaricación?. De recurrir a los tribunales, de nuevo los votos de los jueces decidirán sobre dicha evidencia.
Pues bien; todo esto es complicadillo en la ejecución porque exige tiempo y se subordina a los votos. Llevamos con un Gobierno en funciones tres meses y los enemigos de España toman nota. Que todo eso sea complicado en la práctica, significa que algo muy grave ha ocurrido antes y que el sistema ES CONTRAPRODUCENTE. Significa también que toda sociedad debe remitirse a una realidad pre-constitucional para sortear las deficiencias constitucionales y legales (la decencia, el honor, el sentido común, el servicio más que la búsqueda del poder…) y, todavía más, significa que el rey legítimo de origen y ejercicio debe tener poderes o autoridad propia al margen de las Cortes y sobre ellas. Esto es lo que no se quiere ver los liberales, porque pertenece al acervo de la tradición de España y el sentido común. De la mezcla del sistema tradicional y revolucionario liberal, no sale nada bueno.
3- Sánchez tiene como socios a quienes nunca debieran haber sido legalizados, como es el separatismo y los amigos de los terroristas. Admitir esta legalización, lleva a admitir el último golpe sanchista o socialista. Ahora bien, ¿no es el sistema liberal y los políticos de derechas y centro los que los legalizaron? Desde luego, el pueblo español no lo ha hecho ni votado. Así pues, y extrapolando esta falta de representación a otros temas, digamos a los conservadores que la democracia sirve para lo que ellos quieran, y a los falsos “progresistas” que de ella se benefician como tapadera que todo lo permite y oculta. Si no, eres un facha, un franquista, y otras lindezas dichas para asustar y, en esta tesitura, hacer lo que les venga en gana.
4- El sistema es tan deficiente que carece de verdaderas barreras al abuso totalitario. Sánchez ha saltado todas las barreras, y dicen que sólo queda don Felipe para frenarle. ¿Será esto verdad? Aclaro a mi amigo que no confío en la dinastía usurpadora. Sea lo que fuere, el hecho es que el Tribunal Constitucional –ni falta que hace pues está amañado-, y la Constitución liberal de 1978, no imposibilitan el intento totalitario de Sánchez, antes bien lo permiten e inclinan a esta situación límite. ¿Qué partido o institución del sistema llama golpista a Sánchez, airea sus abusos totalitarios en la propaganda electoral, e incluso lo destituyen inmediatamente? Estamos en un nuevo 1934, pero en esta situación los revolucionarios de derechas no saben qué hacer; ni ellos ni sus opositores tienen el Gobierno -salvo estos últimos en funciones-, y nada pueden hacer salvo pensar en la actuación -¿existente?- de don Felipe. De existir, ¿qué ocurrirá? Con esto me remito a lo dicho en el punto 2º.
5- A la hora de la verdad, está visto que lo de menos es el votante. La política no la hacen los votantes sino sus elegidos y estos al margen de aquellos. Sánchez hace barbaridades que no estaban en su programa electoral, y así actúa más allá de sus votantes. Un sistema donde se dan cheques en blanco está herido de muerte. Por esto, por faltar el mandato imperativo y el juicio de residencia, y porque no están representadas las instituciones sociales sino un atomismo recontado por el ordenador, el sistema no es representativo. Y miente sobre sí mismo.
6- El sistema actual es cualquier cosa menos un escudo cuando se necesita. No se debe buscar un sistema político perfecto, sino aquel que ofrece escudos eficaces frente al agresor que actúa desde dentro. El sistema de 1978 no los ha ofrecido: es un hecho. El nihilismo social e institucional implícito en todas las leyes contra Dios y contra el hombre, el individualismo manejable y borreguil de lo que llaman democracia, ha desembocado en que sólo queda don Felipe de Borbón -dicen- para frenar la investidura indigna, fraudulenta y traidora a España del tal Sánchez. Pero no por decir esto apoyamos a su “rival”, el insulso Núñez Feijóo u otro. En efecto, según Donoso Cortés el socialismo no se le cura con intrigas parlamentarias sino con principios: “Dios ha hecho a las naciones curables; pero no son las intrigas, sino los principios los que tiene la divina virtud de curar a las naciones enfermas”.
A la hora del peligro mortal, es inevitable referirse y aspirar a un sentido superior, a realidades superiores a la Constitución y al “juego democrático”, superiores a un sistema donde sólo importa la lucha partitocrática por el voto y luego el poder, que pone las premisas de la corrupción.
7- Hoy, el Derecho no es más que el hecho, por aberrante que sea, apoyado por la propaganda, el control social, convencer al otro de que se lo crea, el reparto de dádivas (compra de votos de la gente y los políticos –de ahí tanto derroche y ruina del pueblo-), la degeneración del espíritu social. Allá donde las mayores barbaridades son posibles porque dependen del voto, aparecen las mayores esclavitudes. Un pueblo e instituciones así están heridas de muerte.
8- Los grandes partidos políticos han mentido a sus electores, desde la UCD de Suárez –divorcio, preparación del aborto….-, hasta el PSOE actual. Sus muchos cómplices lo han ocultando hasta llegar a la actual y explosiva situación.
9- Se están dando los mismos pasos que desde 1931, y, como ayer, de los errores de hoy todos son culpables. ¿Intervendrá don Felipe para frenar a Sánchez? Desde el pueblo, no tenemos ni idea qué puede ocurrir, lo que indica que el pueblo nada dispone. ¿Es esto democracia cuando tantísimo nos jugamos? Por algo los carlistas no somos de esta democracia, y en nuestro caso la situación actual no se daría.
10- ¿Tronos a las premisas y cadalsos a las consecuencias? Si los liberal-socialistas no quieren desgraciadamente salir de su actual espiral de males, que al menos cumplan sus propias leyes en lo que tengan de encauzadoras.
Como los males hoy se mezclan con el bien, no es empecatado confiar que don Felipe vaya a tener un poco de dignidad ante Pedro Sánchez, como evidente es la prevaricación de éste. El tema es grave pues amenaza la supervivencia moral, psicológica y física de los españoles como pueblo, la decencia política, el Derecho, la unidad de España, y, a modo de castigo, el mismo “trono” constitucional. Desde luego, se ha llegado hasta aquí por los errores en la transición, por la Constitución atea y descristianizada –y por eso descristianizadora, ¿lo olvidan los católico liberales?-, por el abandono de España inherente a los malos gobernantes y la partitocracia que ha vivido de rentas espirituales -y que siempre ha traicionado-, mientras daba armas y bagajes a sus enemigos. No echaremos lecha al fuego que arde, pero tampoco vamos a ignorar que se cosecha lo sembrado, y que se ve mucha cizaña a veces mezclada con trigo.
De pronunciamientos, golpes de Estado y chanchullos está llena la política en la historia de España. De ahí que Aparisi y Guijarro exigiese: ¡que al menos cumplan sus leyes! “Las leyes podrán ser más o menos perfectas, que los sistemas de gobierno podrán ser más o menos acomodados a la paz y a la buena dicha de los pueblos, más o menos ocasionadas a su turbación y a su ruina; pero no hay cosa peor y más funesta que el falseamiento de un sistema o la corrupción de una ley. En este caso no se ataca ya al derecho del ciudadanos; en este caso se corrompe al pueblo”. Es la corrupción de un sistema.
Para Jaime Balmes es mejor tener instituciones bien defendidas que maravillosas y hasta utópicas: “No olvidemos una verdad que está escrita a cada paso en toda la historia del humano linaje. Lo que falta por lo común al hombre y a la sociedad no son buenas reglas, sino su aplicación; no son buenas leyes, sino su cumplimiento; no son buenas instituciones, sino su genuina realización. La mano del hombre es terrible para estropear y falsear: dejadle que toque una cosa cualquiera, o la quebrante o la tuerce. Por eso, cuando se trata de examinar el mérito de una institución, no tanto se la debe mirar en sí como en las garantías que ofrece de no ser falseada: no son las mejores instituciones lasque entrañan más perfección, sino las que llevan mejor escudo”.
Otros como Vázquez de Mella, afirman ser tarea imposible defender el parlamentarismo monárquico contra el parlamentarismo republicano sin apelar para nada a la monarquía representativa tradicional. Dijo en el Congreso: “Pues bien, señores; decidle a ese dictador que se ponga la corona. Si no es un genio, no se la ciñe. ¿Por qué, si él era superior en entendimiento, en voluntad, en fuerza; si ha derribado la monarquía? Es que no ha visto más que la persona física del rey, y ahora echa de menos la persona moral e histórica; es que no tiene una genealogía; es que no tiene una estirpe, una tradición, una historia; es que entonces comprende que él ha sido súbdito y ha estado mezclado ente los súbditos y ha vivido con ellos en la misma clase; no puede ser aquel poder árbitro imparcial, colocado en una región más pura, donde no llegan los intereses de clases ni las pasiones de partido; es porque se sublevan contra él el orgullo y la vanidad humanos que no quieren ser mandado por un igual suyo y que, para reclamar la igualdad de unos con los otros, quieren que haya uno desigual sobre todos, y quieren obedecer, no a un hombre que pasa, sino a una institución que viva y perdure; más todavía, porque no quieren obedecer a un hombre, obedecen a una tradición, obedecen a una serie de generaciones que han sido como los arcos de un vasto acueducto por donde ha corrido el rio el espíritu nacional, saliendo las aguas por el arco de una corona para caer sobre nosotros, no como un mandato que humilla, son como una ley y una autoridad que ennoblece y exalta.
“Esta es la monarquía, ésa es la persona moral e histórica del rey, que cubre y hace desaparezcan las deficiencias de la persona física. Y nadie, nadie puede ejercer el poder personal supremo, como lo puede ejercer un rey; y por eso yo pido que el rey tenga las iniciativas que deba tener y al mismo tiempo las ejerza por sí mismo; y que responda de ellas, y aquí está la dificultad y aquí está todo el fondo de la cuestión” (Vázquez de Mella, discurso en el Congreso de los Diputados, 17-VI-1914).
Y afirma en otra parte: “Porque defender el parlamentarismo monárquico contra el parlamentarismo republicano sin apelar para nada a la monarquía representativa tradicional es tarea imposible, como lo demuestran evidentemente los doctores constitucionales cuando, por medio de un vulgar sofisma, procuran hacer de la monarquía histórica y la revolucionaria una misma institución, con el propósito de atribuir a la segunda las glorias y prestigios de la primera. (…)
“Un abismo las separa. Porque, mientras una reconoce y expresa de manera más adecuada todos los atributos de la soberanía, la otra los mutila y divide, dándoles sujetos diferentes y sustituyendo la unidad, que los reduce al orden, con equilibrios y combinaciones que la convierten en máquina artificiosa y complicada, incapaz de excitar afectos ni de engendrar convicciones”. (Vázquez de Mella).
Deseamos que los liberales conservadores reconozcan sus errores y comiencen a reconstruir España, que no podrán fuera de su tradición
Pedro de la Hoz escribía en 1844 que para reprimir las revoluciones los liberales necesitaban hacerse verdaderos monárquicos, y que los males venían del ejercicio del sistema político liberal: “¿Por qué después de estas premisas habéis de concluir gritando: viva nuestro sistema? y ¿por qué siguiendo y aun exagerando nuestras reglas en el momento de reprimir las revoluciones, no las habéis también de seguir en cuanto al modo de prevenirlas?(28-II-1844).
Seguiríamos, pero creo que ya es suficiente.
3 comentarios en “¿Qué hace don Felipe de Borbón ante el golpista Sánchez?”
Juana de Beira
Con todos los respetos al autor del artículo. Que quiere que haga un miembro de la dinastia usurpadora Puigmolto, que incumple reiteradamente la Legitimidad de Origen y Ejercicio?.
José Fermín Garralda
Yo, personalmente, nada espero de él. Me dirijo sobre todo a los liberales conservadores, entre los que me muevo -nos movemos-, que todo lo fían a la Constitución, al “sistema” actual, a la ley liberal-socialista y a las instituciones liberales. Cuando llega la hora de la verdad, traída por sus errores, echan mano de cualquier herencia de la tradición, por distorsionada que esté, y aunque sea antitradición.
José Fermín Garralda
Para evitar malos entendidos, he retocado algunas cuestiones, y creo que será a su satisfacción.